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Eduardo Goligorsky

La risa de las hienas

Manuel Valls se erige en la garantía de un gobierno municipal modernizador, respetuoso de la ley, amante de las libertades.

Manuel Valls se erige en la garantía de un gobierno municipal modernizador, respetuoso de la ley, amante de las libertades.
Manuel Valls | Cordon Press

Quienes nos educamos en la escuela rigurosa del racionalismo, aprendimos a condimentar sus densidades con la pimienta de los escritos corrosivos, a veces incluso obscenos y blasfemos, de autores irreverentes como Rabelais, Aretino, Quevedo, Boccaccio, Voltaire, Mark Twain y, ya en el siglo XX, Henry Louis Mencken. Hoy, nos indigna comprobar que el género de la sátira iconoclasta que ellos cultivaban, se ha degradado hasta el punto de poder competir con los graffiti de letrina tras la irrupción en las redes sociales de una mafia de sociópatas mercenarios.

Descomposición moral

Aquellos clásicos ilustrados atacaban, con las armas del humanismo y la razón, el poder omnímodo de las monarquías absolutas, de las iglesias -católica y protestante- incineradoras de herejes, y de los señores feudales. Sobrevivían amparados por la benevolencia de algunos mecenas, entre los que se contaban reyes, emperadores, una zarina y aristócratas, pero su existencia no era fácil. Y sus obras solo circulaban entre las minorías cultas. Ellos, junto a pensadores y estadistas esclarecidos, contribuyeron a sentar paulatinamente las bases de las sociedades abiertas y democráticas que configuran nuestra civilización, aunque esta evolución fue interrumpida y revertida, más de una vez, por la aparición de fenómenos totalitarios.

A estos fenómenos los precedieron, casi siempre, etapas de crisis bélica, económica y social, acompañadas por procesos de descomposición moral. Un ejemplo paradigmático es el de la República de Weimar, cuya decadencia agónica reflejó Bob Fosse en su película Cabaret. Esta nos muestra cómo los despreocupados burgueses sentados en torno a las mesas de un merendero de campaña se suman, poco a poco, al himno El mañana me pertenece que entonan unos atildados jóvenes con uniformes e insignias nazis, mientras en el cabaret del título otros burgueses, igualmente despreocupados, ríen y cantan alborozados en una atmósfera orgiástica marcada por la ambigüedad sexual y el culto al dinero. "Money, money, money", es el estribillo.

Profilaxis social

En nuestra España desacomplejada, con Cataluña en el papel pionero, prosperan los histriones, tertulianos, guionistas, caricaturistas, tuiteros, titiriteros y raperos que emiten y contagian risas, emparentadas con la de las hienas -animales necrófilos y necrófagos que Quim Torra (otro que bien baila) equiparó con los castellanohablantes- para socavar las leyes, las instituciones y los símbolos de esta civilización que tanto costó construir. Una civilización que ellos aborrecen porque la identifican con el "sistema", pero que es, paradójicamente, la que les da cobertura para sus aberraciones, porque uno de los pilares que la sostienen es la libertad de expresión, que los bárbaros solo invocan cuando la justicia les pide cuentas. Una libertad de expresión que ya tampoco va acompañada por la libertad de pensamiento, porque en estos tiempos revueltos pasa por el filtro de la corrección política. ¡Ay del osado que se atreva a expresar discrepancias con el ideario de las feministas de MeToo, o de los ecologistas, o del colectivo LGTB!

La intervención de la justicia para neutralizar y sancionar estos ataques contra la convivencia pacífica de los ciudadanos dentro de un marco de orden, seguridad e igualdad, no se debe interpretar como una arbitrariedad punitiva sino como un acto de profilaxis social defensiva. La impugnación de una ficticia "ley mordaza" que nos protege de los antisistema contumaces convierte a los buenistas frívolos que la formulan en tontos útiles y compañeros de viaje de los payasos barriobajeros.

Competidor de Billy el Niño

Lo que merece sanción penal no es que las hienas se rían cuando, obedeciendo a su instinto carroñero, queman en pequeñas o grandes manadas retratos del Rey, o abuchean el himno, o desgarran el texto de la Constitución, o se suenan las narices con la bandera, sino el hecho de que sumen todas sus fobias y manías cavernarias en un frente político belicoso para conseguir su fin último, que consiste en debilitar la resistencia innata de la sociedad a la degeneración colectiva. El cruento final de la República de Weimar y, ¿por qué no?, de la II República española, debe ponernos sobre aviso.

Para conocer el material nauseabundo que excretan las hienas, vale la pena que las personas con estómagos fuertes visiten el espacio que el periódico digital Público (20/2) dedicó a homenajear las composiciones del rapero fugitivo -en Bélgica, faltaría más- Valtonyc, donde entre alabanzas a la Goma-2, a los kalashnikovs, a los gulags siberianos, a las horcas para Borbones, y a las matanzas y secuestros de ETA y los GRAPO, encontrarán esta joya del refinamiento sádico: "Mataría a Esperanza Aguirre, pero antes le haría ver a su hijo durmiendo entre las ratas". ¡Vaya competidor le ha salido a Billy el Niño, esta vez en el estercolero del supremacismo y la progresía! Su colega de fugas Carles Puigdemont podría condecorarlo con la Orden de la Repúblika.

Va a parir la abuela

Como éramos pocos, va a parir la abuela. El corresponsal de La Vanguardia en París, anuncia que vendrá a actuar en Barcelona "El cómico que persigue a Valls" (13/11):

Lo que tal vez no podía imaginar Valls es que una pesadilla le perseguiría en su nueva etapa, que el polémico humorista Dieudonné -condenado en múltiples ocasiones por incitación al odio racial, antisemitismo y difamación- decidiría llevar su personal enfrentamiento con el ex primer ministro francés hasta territorio catalán con el objetivo de denigrarlo y hacerle el mayor daño político posible.

Será ilustrativo verificar cómo explotarán los rivales de Valls las risas de esta hiena trashumante, que además va a ser juzgada en primavera, en París, por un presunto fraude fiscal de 1,5 millones de euros. Hasta ahora, supremacistas y colauitas han acompañado las risas de los Dieudonné autóctonos, para los que han encontrado excusas cuando no les han prodigado abrazos y les han cedido escenarios.

Lo cierto es que mientras los secesionistas encarnan la desobediencia al orden constitucional, y los colauitas fomentan el embrutecimiento urbano ("Barcelona: 300 hurtos al día", Vivir, LV, 16/2), Manuel Valls se erige en la garantía de un gobierno municipal modernizador, respetuoso de la ley, amante de las libertades y preocupado por el bienestar de los ciudadanos, en un ambiente de relación fraternal con el resto de España y de Europa.

PD: Esta diatriba contra las hienas depredadoras encierra también un ferviente homenaje a los creadores cuyo genio para el humor y la sátira estuvo al servicio de una sociedad libre de tiranías y prejuicios. Desde Mariano José de Larra, Julio Camba y Enrique Jardiel Poncela hasta Luis Carandell y Luis García Berlanga, pasando por Gila y los colaboradores de La Codorniz, todos se hicieron acreedores a nuestra emocionada gratitud.

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