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Emilio Campmany

El colapso del PSOE

¿Tan perniciosa es para España la destrucción del PSOE? Es lamentable reconocer que sí.

¿Tan perniciosa es para España la destrucción del PSOE? Es lamentable reconocer que sí.
EFE

Son varios los signos que anuncian la implosión del PSOE. A Pedro Sánchez, a pesar de ser el secretario general y candidato del partido a la presidencia del Gobierno, no le dejaron pactar con Podemos la investidura. Susana Díaz se marca un danzón cubano con que voy, que voy, que voy y no llega nunca. Cada barón dice y, lo que es peor, hace lo que le parece. Esto último es quizá lo más grave porque las taifas son un mal típico de la derecha, no de la izquierda. Durante la crisis de la II República, el PSOE supo mantenerse unido a pesar de las graves tensiones entre Largo Caballero e Indalecio Prieto. En cambio, las derechas sólo fueron capaces de unirse bajo una confederación, la CEDA, donde cada cacique local pastoreaba a sus leales y administraba los intereses creados alrededor de su persona en su terruño. Eso sin contar con que liberales, monárquicos, falangistas y tradicionalistas iban por libre. Ahora es el PSOE el que vive prisionero de las redes clientelares y entramados creados en cada región. La misma Susana Díaz, supuesta aspirante a liderar el socialismo nacional, funda todo su poder en los tejidos andaluces, suficiente para aspirar al generalato sólo porque Andalucía proporciona a los socialistas la mitad del poder que hoy detentan en España.

¿Tan perniciosa es para España la destrucción del PSOE? Es lamentable reconocer que sí. En otras condiciones hubiera sido una gran noticia. El PSOE trajo a España la corrupción, el favoritismo y jugó a pídola con la ley. Que el PP fuera luego un alumno aventajado que añadió a esas mañas el nepotismo y la desideologización no oculta la grave responsabilidad que los socialistas tienen del actual estado de cosas. Sucede sin embargo que quien se postula para sustituirle es aún peor. Bastaría para que lo fuera que se llamaran comunistas, que lo son. Pero encima están al servicio de potencias extranjeras, una dictadura y una teocracia en guerra con Occidente. Y abiertamente proponen acabar con libertades básicas de una democracia, la de prensa y la de enseñanza. Un PSOE maloliente es mejor que esto porque siempre existirá la esperanza de una regeneración. En cambio, de los regímenes comunistas se sale muy difícilmente, y aun cuando se consigue se hace arrastrando rémoras que necesitan una generación para desaparecer.

La culpa no es sólo de la desenvoltura del PSOE. El PP se está cobrando las muchas mercedes que le ha hecho a las televisiones exigiendo que entreguen a Podemos el prime time para que atraigan a los que huyen del PSOE corrupto y aterren a los que querrían huir del PP que les traicionó. Lo hace para que, dejando de ser el PSOE alternativa, la única que haya a Rajoy sea Podemos y, en esa disyuntiva, una mayoría prefiera al PP, aunque sea tapándose la nariz. Cómo estarán de mal las cosas que, para salvar a España, haya que salvar al PSOE, el mayor responsable de lo que pasa.

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