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Emilio Campmany

La política exterior de Iglesias

Marruecos nos ha represaliado permitiendo la salida masiva de inmigrantes, que es lo que siempre hace cuando España no le respalda.

Marruecos nos ha represaliado permitiendo la salida masiva de inmigrantes, que es lo que siempre hace cuando España no le respalda.
Casa del Rey

Ahora que los presupuestos generales del Estado en manos de Gobiernos débiles se prorrogan una y otra vez hasta convertirlos en planes quinquenales, a Sánchez le basta conseguir que se aprueben unos, los de 2021, para aguantar con ellos toda la legislatura. Con tal de conseguirlo, le da igual que contengan medidas económicas disparatadas, como las de los desahucios, o ceder en cuestiones de defensa, seguridad y educación a independentistas vascos y catalanes. Esto se daba por descontado. En cambio, se suponía que el respaldo de Podemos estaba ya pagado tras haber hecho ministros a Iglesias, su esposa y adláteres. Ha debido llevarse Sánchez una gran desilusión al ver que quieren más. Imponen su alianza con los terroristas, introducen enmiendas comunistoides o pretenden apropiarse del ingreso mínimo vital. Una de las más perjudicadas de la campaña es la política exterior.

Todo empezó con el viaje a Bolivia para asistir a la toma de posesión del nuevo jefe de Estado bolivariano. Que fuera el vicepresidente del Gobierno quien acompañara al rey en vez de Sánchez, como era su obligación, es una pequeña afrenta que podría disculparse. Lo que no tiene pase, en cambio, es que Iglesias fuera allí con su propia agenda, diferente de la del Gobierno, e hiciera a Felipe VI rehén de ella. Con todo, este PSOE de Sánchez y Zapatero es casi tan bolivariano como Podemos y, aunque sea más por mor del dólar que de la ideología, no ha de importunarle demasiado estrechar lazos con tan deletérea compañía. 

La cosa cambia, sin embargo, cuando el vicepresidente del Gobierno se dedica a alterar la postura oficial de España en el conflicto saharaui. Con independencia de que en las relaciones con Marruecos nuestra política haya sido siempre especialmente servil, no es Iglesias quién para cambiarla y mucho menos para hacerlo sin consideración a los intereses de España. Su apoyo al Frente Polisario podría muy bien estar detrás del reciente estallido del conflicto, acallado desde el alto el fuego de 1991. Y, aunque no fuera así, lo menos que ha hecho el comunista, después de haberse disparado los primeros tiros, es ponerse del lado polisario sin importarle las consecuencias. Naturalmente, Marruecos nos ha represaliado permitiendo la salida masiva de inmigrantes hacia nuestro país, que es lo que siempre hace cuando España no le respalda en algo. Y Sánchez no puede ni quiere frenar las injerencias de Iglesias porque necesita aprobar por encima de todo sus presupuestos generales. Esta forma de entender las prioridades es criminal. Porque la primera obligación de todo gobernante es dirigir las relaciones internacionales de su país de acuerdo con sus intereses nacionales. Si se quiere, se puede admitir que lo haga adaptando esas relaciones al modo en que él interpreta esos intereses. Pero lo que no es tolerable es que se arrugue cuando es otro el que dirige la política exterior y encima lo hace de manera flagrante y grosera en contra de los intereses de la nación. La cuestión es si seguirá permitiéndolo cuando los presupuestos hayan sido aprobados de una vez.

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