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Enrique Navarro

Los planes de guerra de Corea del Norte

¿Qué beneficios que justifican tener a un país militarizado dispuesto a combatir por un régimen cuya definición política resulta tan compleja?

¿Qué beneficios que justifican tener a un país militarizado dispuesto a combatir por un régimen cuya definición política resulta tan compleja?
Imagen de archivo de un desfile en Corea del Norte | EFE

Desde que el pasado 28 de julio Corea del Norte realizara el lanzamiento exitoso de un misil Hwasong-14 con un alcance teórico superior a los 5.000 kilómetros, la detonación de una supuesta bomba de hidrogeno el pasado cinco de enero, unidos a los doce test realizados a lo largo de este año con 18 misiles, el mundo está asistiendo consternado a la aceleración de los preparativos militares de Corea del Norte para atacar a Estados Unidos y a sus vecinos, y convertirse así en una potencia nuclear.

Hace años que todos sabemos que Corea del Norte es la mayor fisura a la seguridad global, y la reacción de Donald Trump anunciando una ola de fuego desconocida sobre el país ha activado todas las alarmas de que una conflagración pudiera tener lugar en la Península de Corea provocando la mayor desestabilización en el mundo desde el 7 de diciembre de 1941.

El anuncio de un posible ataque norcoreano a las aguas cercanas a la isla de Guam, bajo control norteamericano, previsto para esta semana, no debe analizarse como una bravuconada más del régimen tiránico de Corea del Norte, sino como una pieza esencial de la estrategia de confrontación que ha venido construyendo en los últimos veinte años.

Para ayudar a entender las claves de este conflicto que nos amenaza a todos, voy a intentar dar respuesta a los siguientes interrogantes fundamentales.

¿Cuáles son las ambiciones estratégicas de Corea del Norte?

Un país que dedica un tercio de su riqueza a sus fuerzas armadas y a su plan nuclear, sólo tiene un objetivo: obtener un rédito estratégico comparable a semejante esfuerzo. Y la pregunta siguiente sería: ¿cuáles son esos beneficios que justifican tener a un país militarizado dispuesto a combatir por un régimen cuya definición política resulta de una extremada complejidad?

Corea del Norte tiene dos ambiciones estratégicas. Una es la unificación de las dos Coreas bajo el poder del líder norcoreano, ésta ha sido su gran ambición desde el armisticio de 1953. En este objetivo tiene un gran aliado, China, que en su afán de convertirse en el líder regional tiene dos grandes enemigos enfrente: Corea del Sur y Japón; si cae Corea del Sur, Japón podría ser una presa fácil para las fuerzas armadas chinas en un plazo de unos diez a quince años, convirtiendo a China en el nuevo gigante mundial.

La segunda ambición del líder norcoreano fue diseñada por Vladimir Lenin y desarrollada por León Trostky: la implantación del comunismo en todo el mundo libre. Seguramente esto puede sonar a algo del pasado, trasnochado, y seguramente lo sea para todo el mundo, menos para los norcoreanos.

Para que los planes expansionistas de Corea del Norte y China puedan cumplirse, es absolutamente necesario el conflicto con Estados Unidos. Para que la unificación de la península bajo el régimen de Kim Jong-un, y la ascensión de China al liderazgo regional sean posible es necesario noquear a Estados Unidos. Y lo peor de todo es que lo podrían hacer.

¿Cuál es la capacidad real militar de Corea del Norte?

Corea del Norte, a pesar del teórico embargo, dispone un ejército que ha venido considerando como altamente probable una confrontación militar y que, en consecuencia, se ha venido preparando durante décadas para este objetivo. Aunque sus equipos son muy anticuados dispone de los suficientes medios que convertirían cualquier intervención militar contra el país en un conflicto militar que dejaría a Vietnam en un videojuego. Las primeras estimaciones calculan que sólo en la primera semana de combates en la península se producirían un millón de muertos, la mayoría civiles.

En términos operativos, Corea del Norte dispone de más de un millón de efectivos en activo; en cuanto al material tiene en condiciones operativas unos dos mil carros de combate, unos 100 aviones de combate MIG-29 y SU-25, una artillería pesada impresionante que tiene a su alcance Seúl con más de 500 baterías de 152 milímetros y unos 2000 lanzadores de cohetes múltiples.

También cuenta con una aceptable defensa antiaérea y una marina, muy inferior a sus vecinos aunque nada desdeñable, con unos 15 submarinos operativos, incluyendo uno de la clase Gorae con 67 metros de eslora y con capacidad para lanzar misiles de alcance intermedio. Podríamos decir que la capacidad militar real de Corea del Norte supera ampliamente a la de Irak en 2003.

A diferencia de otros países que dedican un gran esfuerzo económico a atender diferentes amenazas y escenarios, Corea del Norte ha venido realizando un esfuerzo gigantesco en fortalecer las capacidades necesarias para el conflicto con su vecino del sur, desdeñando otras capacidades como una marina superior e incluso la superioridad aérea. Dos debilidades que se subsanan por el contexto geográfico y el inmenso número de hombres que podrían ser movilizados para una distancia de apenas 100 kilómetros, suficientes para que caiga Corea del Sur. Aunque tuvieran decenas de miles de bajas, las tropas norcoreanas podrían alcanzar Seúl en 48 horas.

¿Cuándo podrá alcanzar el corazón de Estados Unidos?

La Agencia de inteligencia de Defensa de Estados Unidos en un informe recién emitido asegura que Corea del Norte ya ha traspasado una de las líneas rojas al conseguir miniaturizar una cabeza nuclear de manera que pueda ser cargada en un misil intercontinental. Esta era una de las grandes dudas de los científicos occidentales, pero este informe junto a otro emitido por la inteligencia japonesa abundan en la tesis de que Corea del Norte avanza a paso firme hacia una capacidad balística nuclear.

Considerando que otros países tardaron unos siete años en desarrollar un misil ICBM, todos los expertos coinciden en que en 2021, como muy tarde, Corea del Norte dispondrá de un misil capaz de alcanzar el corazón de Estados Unidos con una carga nuclear.

Los científicos norcoreanos sólo tienen un gran reto: conseguir que el misil pueda re-entrar en la atmósfera soportando las altas temperaturas y sin que ello afecte a su precisión ni a la carga. No será un tema menor, pero sabiendo que China lo ha alcanzado partiendo de unos conocimientos más rudimentarios, nada nos hace creer que este hito no estará al alcance de Corea del Norte, incluso sin recibir ningún apoyo chino.

Otro avance más peligroso es el desarrollo de misiles de corto y medio alcance, de hasta unos 1.500 kilómetros propulsados por combustible sólido del tipo Pukguksong-2 probado exitosamente el pasado 12 de febrero. Los grandes cohetes desarrollados hasta ahora con potencial capacidad intercontinental utilizan un combustible líquido que requiere de horas de carga y de mucho cariño en la operación. Esto da a la inteligencia norteamericana al menos un margen de seis horas para detectar y prevenir un lanzamiento. Un cohete de combustible sólido requiere de apenas 15 minutos para ser lanzado, lo que hace casi imposible evitar su puesta en acción. Si a eso se añade que Corea del Norte ha instalado estos misiles sobre unos vehículos rodantes, la capacidad de prevenir un ataque de esta naturaleza se reduce al mínimo.

Otro desarrollo crucial en esta locura es la capacidad de lanzamiento de un misil desde el nuevo submarino Gorae. Existen algunas evidencias de que ya se ha realizado una primera prueba exitosa. Los expertos aseguran que el próximo lanzamiento a Guam se realizará desde un submarino y por eso los satélites norteamericanos están realizando un seguimiento exhaustivo de la ubicación de esta unidad. Los últimos reportes de inteligencia indican que el submarino se estaría preparando para salir de su base de manera inmediata, lo que confirmaría que se cumplirían los planes de Corea del Norte de realizar la prueba sobre las aguas de la isla de Guam esta semana.

En definitiva, según algunos cálculos Corea dispone a día de hoy de unas 40/60 cabezas nucleares; de centenares de misiles de corto y medio alcance con capacidad para llegar a Japón y portar armas químicas como gases VX, Sarín; y de la capacidad para instalar una cabeza nuclear en un misil de corto y medio alcance. Las líneas rojas para una intervención militar segura contra Corea del Norte ya se han traspasado ampliamente.

¿Va a cumplir su amenaza Corea del Norte?

Los dos principales problemas de Corea del Norte para desarrollar su programa nuclear son su tamaño y sus vecinos; apenas tiene espacio libre de soberanía donde probar sus misiles. Lanzar el misil desde Corea del Norte a Guam que se halla a casi 3.400 kilómetros, plantea el problema del sobrevuelo de Japón y la precisión de alcanzar aguas cercanas a Guam pero no dentro de sus aguas territoriales, para evitar una respuesta norteamericana justificada.

El régimen de Corea del Norte sólo puede vivir en la amenaza permanente. Necesita continuar alimentando el miedo en la comunidad internacional para fortalecerse internamente. Kim Jong Un no puede jugarse todo a la carta de conseguir un misil ICBM nuclear, porque existen opciones de que no pueda alcanzar el objetivo y ese sería el fin de su régimen. Esta provocación será también un termómetro para verificar qué está dispuesto a hacer Donald Trump para prevenir futuros ataques.

Si el cohete cae cerca de las aguas de Guam, Estados Unidos tendrá pocas opciones salvo intensificar las sanciones y forzar a China a un embargo de más envergadura. Tengo muy serias dudas de que Donald Trump sea el presidente con la personalidad para meter a su país en una guerra de inciertos resultados mientras que pueda argumentar que existen otras opciones. La retórica tuitera del presidente es la mayor evidencia de que la amenaza es hasta ahora la única arma que tiene Donald Trump contra Corea del Norte.

¿Cuáles son las opciones militares de EEUU y sus aliados?

A la hora de evaluar las opciones hay que considerar en primer lugar la posición china que se volvió a manifestar la semana pasada. Si Estados Unidos ataca de forma preventiva a Corea del Norte, China intervendrá militarmente en su favor; pero si es como reacción a un ataque, concepto que habrá que definir con mayor precisión, permanecerá neutral. Como se evidencia, China le hace el juego a Corea del Norte en su estrategia.

Ahora mismo se están evaluando tres opciones por parte de Estados Unidos y sus aliados: la primera es la eliminación física del líder norcoreano y de sus principales apoyos en el programa nuclear y que junto a él constituyen el núcleo duro del régimen. Preguntado en el parlamento el ministro de Defensa surcoreano esta semana sobre los planes de crear una fuerza especial para asesinar a Kim Jong Un, la respuesta del ministro fue muy clara: "Sí, efectivamente tenemos ese plan". El culto a la personalidad del líder implicaría que su desaparición física tendría un efecto inmediato, pero existen suficientes elementos en el ala dura del gobierno norcoreano cuya supervivencia generaría nuevos e imprevisibles peligros. Los tres pesos pesados del programa nuclear y las personas que determinan toda la política en el país y con una enorme ascendencia sobre el líder supremo son Kim Jong Sik, Ri Pyong Chal y Jang Chang Ha. Esta triada, que se abraza y comparte efluvios con el líder después de cada prueba y con que atesoran fortunas que escandalizaría al mismísimo Trump, aquél de "I am extremely rich", constituyen el poder real del país, su desaparición sería mucho más determinante que la del líder supremo.

Un ataque preventivo contra la capacidad nuclear y militar de Corea requeriría de un despliegue militar que a corto plazo no parece probable. La eliminación segura de la amenaza tomaría al menos dos semanas de ataques aéreos para eliminar los más de 800 objetivos seleccionados, lo que exigiría de más de 10.000 salidas aéreas, y necesariamente la entrada de fuerzas surcoreanas en su vecino del norte para inutilizar las baterías de artillería y cohetes que amenazan Seúl. Si tenemos en cuenta que, en la guerra del Golfo de 2003, Estados Unidos desplegó seis de sus doce portaviones a pesar de contar con numerosas bases y fuertes aliados en la zona, una opción de este tipo para ser exitosa requeriría de meses de evidentes preparativos.

Además, las posibilidades de un fracaso son muy altas. Basta con dejar intacta una capacidad nuclear de medio alcance o que la artillería pueda disparar sobre Seúl todo su potencial durante unas horas para dar al traste con el éxito de una operación militar, que implicaría unas estimaciones de bajas, muchas de ellas civiles, de centenares de miles de surcoreanos en la primera semana de enfrentamientos.

La tercera opción sería no hacer nada y esperar a que Corea del norte alcance su capacidad nuclear intercontinental y rezar para que no se le ocurra atacar a ninguno de sus vecinos. Este sería sin duda el mayor éxito de Corea del Norte y China y el fin del predominio de Estados Unidos en Asia; además de producir un efecto en cascada sobre los tigres de la economía asiática prooccidentales y en consecuencia sobre la economía global.

¿Estamos al borde de una guerra?

En estos momentos, no se dan las condiciones para pensar que podrá haber una guerra en la zona en los próximos meses. Las declaraciones del consejero de Seguridad Mc Master y del director de la CIA, Mike Pompeo, van esta línea de que no hay preparativos para una acción militar inmediata. Mi convencimiento es que Estados Unidos no va actuar hasta que haya una acción ofensiva de Corea del Norte para garantizarse el pasaporte de China.

En la actualidad Estados Unidos apenas dispone en la zona de cuatro aviones B-1B y los F-16 y A-10 estacionados en Japón y Corea del Sur en las bases de Osan y Kunsan, son absolutamente insuficientes para plantear una operación militar. El portaviones Nimitz está en el Golfo Pérsico reemplazando al George Bush de maniobras en el atlántico norte. El Ronald Reagan acaba de llegar a su base de Yokusuka y el Carl Vinson a su base de San Diego. Los Einsenhower, Theodore Roostvelt y Harry Truman están en operaciones de entrenamiento mientras que el George Washington y el Abraham Lincoln están en labores mayores de mantenimiento. De manera que hasta finales de año no podría reunirse una flota de al menos cinco portaviones para una operación en Corea del Norte, sin abandonar el Mediterráneo que no está tampoco para descuidos. Para una operación en este año sólo dispondría del Nimitz, Einsenhower, Carl Vinson, Ronald Reagan y Jonh C. Stennis, que saldrá en este mes de operaciones de incremento de disponibilidad, dejando al George Bush en el Mediterráneo y abandonado el Atlántico norte ante la creciente hostilidad de la armada rusa. Escasas opciones las que en estos momentos tiene Estados Unidos.

Deberían reforzarse las bases de Guam y Diego García con más aviones B-52 y B-1B y B-2; también requeriría de la preparación de tropas surcoreanas y de la instalación de más sistemas de defensa contra misiles, THAAD en Corea del sur y Japón. En definitiva, Estados Unidos necesitaría al menos seis meses para preparar un ataque contra Corea del Norte, algo demasiado evidente para que pille de sorpresa a todos.

Ahora bien, jugar con fuego tiene también sus peligros para Corea del Norte. Si un misil cae sobre Japón o sobre la isla de Guam, y no digamos si produce víctimas, irremediablemente Estados Unidos y sus aliados atacarían Corea del Norte con todos los riesgos anteriormente expuestos, China poco o nada tendría que alegar.

En conclusión, si el régimen norcoreano no cae en los próximos años, la guerra es inevitable, ya sea como respuesta a una acción norcoreana o, en todo caso si como todo parece indicar, Corea del Norte está cerca de alcanzar su capacidad nuclear balística en apenas tres o cuatro años. El problema es que cuanto más tiempo pase, las opciones de que la guerra sea total son mayores; Estados Unidos ha dejado crecer al gigante y ahora ya es imposible liquidarlo sin unos riesgos extremos.

En esta situación de peligro nuclear inminente, en la que todo sería posible, China sería el gran beneficiado. El día que Corea del Sur tenga capacidad nuclear balística, Corea del Sur caerá de forma inmediata al perder el paraguas norteamericano; China ya no tendría un enemigo de envergadura en la región y Taiwan, Vietnam y Japón serían sus próximos objetivos; existen muchas deudas históricas impagadas entre China y estos países. Estados Unidos habría quedado muy debilitada ante la falta de una respuesta contundente y China tendría a los pies de los caballos a los tigres asiáticos y Japón. En definitiva, el fin de la hegemonía norteamericana en el mundo.

La pregunta sería porqué Corea del Norte atacaría Estados Unidos arriesgándose a su desaparición. Primero porque es un régimen que se rige por unos parámetros absolutamente medievales: se saben peones de una misión mayor porque el régimen norcoreano practica el stalinismo y si su pueblo tiene que ser sacrificado por un bien mayor lo será.

No nos engañemos, desde que terminó la Guerra Fría, el mundo libre no está política ni sicológicamente preparado para arriesgarse en una conflagración mundial que conlleve la destrucción total; y si se visualiza una salida, lo hará aunque sus consecuencias geoestratégicas a medio y largo plazo sean terribles. Los regímenes chino y norcoreano no se deben a su pueblo; es más, su misión es sacrificarle por unos fines que sólo satisfacen a las élites corruptas que los manejan. Ante esta asimetría, China tiene todo que ganar, aunque su capacidad militar sea muy reducida comparada con la europea o norteamericana, porque tiene una resistencia que las sociedades libres no poseen.

Al final lo determinante no es qué capacidad se tiene sino hasta dónde se está dispuesto a usar la fuerza, y en eso Corea del Norte bate a Estados Unidos, porque no tiene ninguna restricción moral ni política y esa es nuestra principal debilidad.

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