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Guillermo Dupuy

Ciudadanos y el PNV

Terrible paradoja: sin el apoyo del PNV, los acuerdos entre el PP y Ciudadanos en pro de la gobernabilidad de nuestro país no sirven para nada.

Me parece estupendo que Girauta reproche al Gobierno su servilismo ante el PNV en un momento en que los separatistas vascos retoman el colectivista y falso derecho a decidir y preparan un Plan Ibarretxe II. Y me parece también comprensible que Sáenz de Santamaría haya recordado a Ciudadanos que el PP ya ha rechazado tales maximalistas pretensiones soberanistas en el Parlamento vasco, como siempre ha hecho. Ahora bien, dado que lo que está en juego no son los objetivos máximos del PNV, sino los pasos intermedios que le aproximen a ese fin –fin al que, en realidad, nunca ha renunciado–, todos deberíamos ser conscientes de la terrible pero inevitable paradoja que padecemos: sin el apoyo del PNV, los acuerdos entre el PP y Ciudadanos en pro de la gobernabilidad de nuestro país no sirven absolutamente para nada.

Dicho de otra forma: sin la abstención del PSOE, el apoyo de Ciudadanos se queda corto; y con la simple abstención de los socialistas, el PP no necesita al partido de Albert Rivera absolutamente para nada. Y esto es así por los endiablados resultados electorales de 2016. Esos resultados podían y debían haber sido rehuidos con la convocatoria de unas nuevas elecciones generales, que, según lo sondeos y a partir de octubre de 2016, ya habrían otorgado al PP y a Ciudadanos una suma de escaños más que suficientes para no tener que depender ni de la abstención del PSOE ni del apoyo de ningún otro partido.

Por evitar, sin embargo, esas terceras elecciones generales, y por tener un "Gobierno cuanto antes", tenemos desde entonces un Ejecutivo que no gobierna si no es cogiendo de la mano tanto al PNV como a Ciudadanos. Extraños pero imprescindibles compañeros de viaje, dado que la abstención del PSOE con la vuelta de Pedro Sánchez ya no parece posible.

Así las cosas, a Rajoy lo veo muy capaz de pasarse el resto de la legislatura sin gobernar, como a Montoro prorrogando los Prepuestos año tras año. Pero si no queremos tener toda una legislatura perdida, más nos valdría rehuir el precio que imponen a la gobernabilidad los resultados del 26-J de 2016 con la convocatoria de unas elecciones generales. Unas elecciones que, si no otorgan la victoria a Ciudadanos, al menos harán de este partido una formación cuyas demandas hayan de ser atendidas por cualquiera que aspire a gobernar.

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