Aunque no sea, precisamente, santo de mi devoción, la verdad es que no le puedo negar a Iñaqui Gabilondo acierto y concisión a la hora de describir lo que les está sucediendo a los socialistas madrileños: "El PSOE continúa con paso firme y gran determinación su proceso autodestructivo. Sánchez destituye a Gómez, y Gómez declara la guerra a Sánchez. Y el candidato de Madrid, Carmona, está con Sánchez y está con Gómez. Y al frente del manicomio socialista de Madrid una gestora. Y todo esto a cien días de las elecciones".
Con todo, esta descripción del manicomio socialista hecha por Gabilondo se queda corta, si tenemos presente que una de las personas dispuestas a "meter su cabeza en la boca de este lobo" es su propio hermano Ángel y que uno de los impulsores mediáticos de esta locura autodestructiva es el grupo Prisa en el que trabaja el periodista. La posible y, supuestamente, inminente imputación de Gómez por un delito de prevaricación y de mal versación de fondos no termina de aclarar una locura que, en realidad, arranca desde el mismo momento en que los socialistas decidieron mantener como máximo dirigente suyo a una calamidad de alcalde que había perpetrado semejante dispendio. La locura fue pensar que, mientras no hubiese de por medio reproche penal, una persona que había arruinado al ayuntamiento en el que había sido alcalde y que había aprobado un proyecto que pasó de costar 93 a 250 millones de euros, podría ser el mejor candidato para presidir la comunidad de Madrid.
El País, y el propio Iñaqui Gabilondo, pusieron reiteradamente sordina a este gravísimo asunto por el que, desde hace años, se podía y debía exigir a Gómez responsabilidades políticas con total independencia de que las pudiera tener también legales. Tratar de enmendar ahora el asunto, a cien días de las elecciones, va a resultar tan destructivo como no hacerlo. Más aun si esta sobrevenida e impostada voluntad de dar una imagen de "regeneración democrática" nace de una filtración de las cloacas del estado a Rubalcaba en la que supuestamente se le da a conocer la inminente imputación del todavía líder de los socialistas madrileños. Si a eso unimos el hecho de que esa fingida "tolerancia cero" hacia la corrupción es pura complicidad en el caso de Andalucía, ya me dirán ustedes donde se puede encontrar algo de cordura en este –eso, sí- entretenidísimo espectáculo.
La última encuesta publicada por El País, en la que los socialistas pasan, en cuestión de horas, y por la mera destitución de Gómez, a liderar la intención de voto de los madrileños, no es más que la última contribución de Prisa a ese monumental manicomio en el que se ha convertido la Federación Socialista Madrileña. Y Gabilondo, que lo sabe, no quiere el ingreso de su hermano.