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Javier Somalo

Prensa infecciosa

La clase mediática, si acaso existe, se ha comportado de la peor forma posible cuando más falta hacía una buena, o al menos responsable, información de utilidad para el ciudadano.

La clase mediática, si acaso existe, se ha comportado de la peor forma posible cuando más falta hacía una buena, o al menos responsable, información de utilidad para el ciudadano.
Test de antígenos en una farmacia de Madrid. | EFE

De la clase política no cabe esperar casi nada bueno y menos aún si vienen tan mal dadas como con la maldita pandemia. Pero la clase mediática, si acaso existe, se ha comportado de la peor forma posible cuando más falta hacía una buena, o al menos responsable, información de utilidad para el ciudadano.

No tengo razones en contra de los llamados "muros de pago" siempre que no se juegue con el lector, que es el ciudadano, en momentos tan delicados como el de la pandemia. Un buen artículo de análisis económico o un ensayo político, una tribuna científica o una reseña cultural son piezas que pueden merecer un precio, un acceso exclusivo que paga quien quiere y que contribuye a sostener un medio de comunicación más allá de la publicidad. Todo un medio puede ser de pago y, por supuesto, no tengo objeción alguna a una decisión empresarial. Si quiero suscribirme es bien sencillo.

Pero estamos en otro invento, peor y más peligroso. Estamos en titular con la mayor alarma posible para desmentir el presunto drama a mitad de texto y enmendar por completo el enfoque gratuito al final. Pero claro, sin la cuota sólo se muestra el apocalipsis. Es la alarma como herramienta de captación. El sensacionalismo nunca me ha parecido peligroso porque es relativamente sencillo de detectar y se supone que no es mayoritario en el panorama mediático. Luego está la habitual manipulación política con la que todo ciudadano libre debe saber lidiar al enfrentarse a su derecho a informarse cada día. En China (ya también en Hong Kong), en Corea del Norte o en Cuba no hay problemas con la objetividad de la información y por eso algunos los tienen como referencias. Yo prefiero elegir entre muchos y pagar si quiero pero que no traten de captarme con falsedades.

Hasta ahora, la captación sensacionalista sucedía con asuntos que no son ni serán jamás noticia: "Esto es lo que le pasa a tu corazón si tomas miel a diario". Caramba, pues yo la tomo porque leí otro que decía "Esto es lo que le pasa a tu corazón si tomas azúcar refinada". Era en el mismo periódico y recomendaba la miel que ahora… lo mismo me mata. Da igual, no he pagado por leer el final pero algo malo habrá en el azúcar blanco… y en la miel. Lo mejor es esperar un mes porque es posible que mezclando azúcar refinada con miel de brezo se te aclare el pelo y hasta generes colágeno. Y nunca nos faltará la postura sexual definitiva contra otras cien que ya lo eran y que aparecen como noticia relacionada a esta que ya lo es requetedefinitivamente. No pasa de ahí.

El problema empieza cuando nos brindan la fórmula inequívoca de calcular cuántos positivos por coronavirus hay en los números impares de tu calle. ¿Inútil? Periodismo big data, la ciencia al servicio de la prensa. La IA… a falta de la otra, la natural. Pronto cundirá el pánico. Consejos inútiles en abierto y alarmas bajo pago. Y las teles y las redes.

Así que una pandemia descontrolada en contagios aunque sean infinitamente más leves que la que se llevaba por delante mil vidas al día ha sido un caldo maravilloso para la Navidad mediática de 2021-2022. Los consejos para cenar "sin problemas" fueron gratuitos en todos los sentidos y avalados por "los expertos", esa suerte de secta sin cuartel. Resultó tan sencillo como: reduzca el número de comensales sólo a los miembros habituales que hay en el domicilio… No era tan difícil, pongamos por caso, dejar a una madre de 90 años sola en su casa. Eso y medir siempre la concentración de CO2 para saber cuándo ventilar. Y que sea la misma persona la que sirva y retire los platos (y la que cocine y la que…) aunque Irene Montero diga que la mesa no se pone sola (¿seguro, Irene?) y, sobre todo, cantar bajito o reírse con la mímica de los emoticonos para no expulsar microgotas, esencial para que no haya efluvios malignos. Una vez más con lo mismo y, sobre todo, con el recuerdo (y el miedo) de lo peor que ya habíamos pasado.

Este año la novedad fueron los test de antígenos. Menuda criba la de los palitos (torundas se llaman). La madre da negativo, el padre también… no pinta mal. El hijo, que ha llegado a las tantas codeando las esquinas… también negativo. Son las diez de la mañana, podría haber cena familiar. Suena el teléfono. El abuelo está estornudando pero no tiene un test a mano. Y aunque lo tuviera. Se ha puesto todas las vacunas, también la de la gripe pero claro…

A ver qué dice la prensa: "Récord de contagios en…". Y también en Madrid, eso siempre. Ojo, Navarra sube, que hay un gráfico interactivo y en tiempo real donde puedes ver hasta si tu abuelo, el que espera el test, será positivo o al menos qué probabilidad tiene de no serlo en función, por ejemplo, del año en el que hizo la mili. Y falta por leer —sólo está el titular, el resto es de pago— una noticia que se pregunta "¿Son fiables los test de antígenos?" Caramba. Otro periódico puede decir algo así como "Esto es lo que te puede pasar si te haces un test por la mañana", lo que en realidad equivale a "Consulte aquí si es usted imbécil por hacerse un test". O por el simple de hecho de esperar que la prensa le resuelva una duda en un momento de miedo, de ansiedad.

Habrá que congelar el cordero, pensarían muchos. Ya nos lo comeremos en Carnaval, ¿sin pandemia? Mejor será dar un paseo para aclarar la mente… con mascarilla obligatoria otra vez. Pero no sé dónde dicen que si te haces el test ya no salgas de tu casa. Y entonces, ¿quién le lleva el palito al abuelo que estornuda? porque no ha dado tiempo para leer qué probabilidades hay de que salga positivo por el número de la calle… De todas formas cabe la posibilidad de que los negativos del padre, la madre y el chaval fueran falsos. Si los abuelos salen positivos… ¿dicen algo "los expertos" de cenas de todos-positivos? Contagiarse ya no van a poder pero habrá que esperar a leer el titular de algún experto sobre las bombas de positivos que podrían llegar a generar supercontagios con la variante omega, la última del alfabeto, el Armagedón de pago.

Y cuando esbozas una sonrisa mezclada con hartazgo llega ese otro columnista "premium", "gold" o "exclusivo" que te advierte, muy serio, de que hay gente muriendo. Como cada día. Pero no mil al día y con la morgue que no visitaron ni Sánchez ni Iglesias en el Palacio de Hielo. Como cuando cantaban "coronavirus, oé". Claro que mueren. Y morirán. Como el sentido común, que ya es un zombi doméstico. Pero esta Navidad no había solución. Pongamos pues, a cocer a fuego lento nuestra mezcla de ira y ansiedad viendo un Telediario de la 1 —medio de pago obligatorio— en el que los contagios ya aparecen en pantalla como los puntos en Eurovisión… doce arriba, seis abajo, vota Grecia. Y atención porque en estos momentos, con realidad virtual (o aumentada, qué se yo) en el mismísimo plató nos van a poner el último dato por comunidades, provincias, ciudades, pueblos, calles, habitaciones, pensamientos… Ana Blanco puede aparecer en nuestro salón, así sin más.

En casi todas partes hay periodistas, periódicos, programas de televisión y radio que merecen ser atendidos. Siempre. Gratis y de pago, que cada uno hace lo que quiere. Yo sigo estando orgulloso de esta Libertad Digital que va camino de los 22 años. Sin embargo, las grandes productoras de contenidos audiovisuales han contagiado una forma de hacer periodismo aprovechando la desgracia que ya ha llegado a todas partes. Eso sí me parece peligroso y me hace sentir cierta vergüenza. No es que se actúe de forma muy distinta a la de hace veinte años, no. Lo que sucede es que ahora el efecto es inmediato, dificulta el desmentido, fortalece al bulo, se instala. Y en España, parece que especialmente.

Sólo un país con esta clase mediática puede permitirse, por ejemplo, tener un ministro que "pone de manifestación" cosas como las de la carne —siempre es peor cuando se explica, el pobre— y que "ha proponido cambiar políticas" sin tener ni idea de cosa alguna aunque reclamara cambios hasta para el "pueblo palenciano". Lapsus, dicen. Por lo mismo, Paz Padilla sale a disertar sobre proteínas spike y el "onitrón" que "entra por la ventana en vez de por la puerta" y que lleva a la famosa presentadora a esa conclusión que inexplicablemente algunos buscan sin descanso: que "las vacunas no sirven para nada". ¿No se debería exigir alguna prueba de cultura general y sentido común antes de conceder la dirección de programas de televisión? Para ministro ya sabemos que no.

Uno de los problemas más serios es que la gran mayoría de bulos sobre vacunas son de libre acceso, para que el miedo sea más democrático. Caen graves y hasta mueren personas con nombres y apellidos que tenían "pauta completa". No importa cuántas personas sean ¿Eran inmunes o inmortales? Hace falta inseguridad, incertidumbre, abismo. Ni siquiera merece la pena recordar qué es la gripe y cuántos estragos causa cada año. Cunde el desánimo envuelto en desinformación, que es lo que parece que se persigue. Las portadas, los telediarios y las redes abren o arden ya en 2022 con nuevas posibles mutaciones, con lo que ocurre si se contraen el coronavirus y la gripe a la misma vez, como diría Garzón. Se dice "coinfección", o algo peor: "flurona", mezcla del flu (gripe en inglés) y una estúpida referencia a la corona del covid. Es de lo más habitual esto de la coinfección pero si se le pone nombre la cosa cambia. La flurona, en manos del onitrón… Imagínense.

Con estos medios, ministros y padillas —salvando siempre las honrosas excepciones excepto en el caso de los ministros— hoy moriríamos de viruela. Caeríamos como moscas, cuando las moscas caen. Y lo curioso es que cuantas menos cosas se pueden leer, más lectores tienen los que dicen tenerlos casi todos. Qué cosas.

Un respiro. Feliz y próspero año 2022, lo más sencillo posible, con avances científicos y médicos, con vacunas y con algo más de responsabilidad por parte de todos. No quise publicar este artículo durante los días navideños por no contribuir al asqueroso clima que, al menos yo, sentí. Aquí haremos todo lo posible por perseguir la verdad para contarla, con el mínimo posible de errores y con nuestra opinión. Pero sin trampas.

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