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NBA

José Manuel Puertas

Kobe Bryant, el tipo con la sangre más fría del mundo

Kobe Bryant, con sus filias y fobias, es indiscutiblemente uno de los jugadores más grandes de la historia del baloncesto. Un genio en mayúsculas.

Kobe Bryant, con sus filias y fobias, es indiscutiblemente uno de los jugadores más grandes de la historia del baloncesto. Un genio en mayúsculas.
Kobe Bryant | Archivo

Uno no está preparado para según que noticias. Es imposible. Aunque en menos de dos meses cumpla 40 años, sigo pensando que hay seres inmortales en el planeta. Y los hay que estábamos convencidos de que Kobe Bryant era uno de ellos. O de que el 8 de los Lakers sigue siéndolo. En el fondo me aferro a ello. A su recuerdo, a cada madrugada sin dormir. A aquellos dos anillos con Pau Gasol. A la sangre más helada que uno pueda imaginar. Hoy, cerca de la cuarta década de mi vida, he sentido lo mismo que cuando se fue Fernando Martín. Aunque entonces todavía creía en los Reyes Magos. Y hoy aún creo en la inmortalidad,. Pero Kobe se nos ha ido, dicen.

Ha muerto el que para muchos es el mejor imitador que nunca tuvo Michael Jordan. Pero Kobe quedará como algo más. Cuando ganas cinco anillos de la NBA siendo dos veces MVP de las finales, cuando tienes dos oros olímpicos, cuando juegas 17 veces el All Star, cuando eres el cuarto máximo anotador de la historia de la mejor liga del mundo, cuando llegas al corazón de la gente, no puedes ser un simple imitador. Quedará como uno de los jugadores más letales jamás vistos en lo que los americanos llaman el 'clutch time', los momentos en los que se deciden los partidos. Quedará como quien decidió que España no tenía que ganar aquellos Juegos Olímpicos de Pekín. Y estará para siempre en el recuerdo de los que peinan canas, de los que ya no peinamos casi nada directamente y también de los millenials. Porque Kobe fue el eslabón perfecto para conectar a la generación que vibró con Jordan, Bird o Magic, y la que lo hace ahora con LeBron James o Stephen Curry. Una leyenda con todas las letras.

'Hot handed, cold blooded', era uno de sus lemas. Difícil describirle mejor. El tipo de las sangre más fría del mundo con la muñeca más caliente posible. Le recordaremos por los 81 puntos ante los Raptors de Calderón, por sus peleas de juventud con Shaquille O'Neal, sabiendo al final que en ningún caso habría sido lo mismo el uno sin el otro. Por tanto tiro ganador, por cambiar de número en los Lakers para conseguir que le retiraran dos camisetas, por meter 60 puntos el día de su despedida ante Utah Jazz y hasta por ganar un Oscar de Hollywood en 2018 merced a su emotivo corto biográfico 'Mi baloncesto'. Kobe, eras un tío especial, joder. A muchos no les gustaba tu personalidad y te llamaban chupón. No dudo que en algún momento lo fueras. Pero demonios, qué chupón. Siempre en mi equipo.

Es difícil tener ídolos, y sobre todo mantenerlos cuando uno va sumando años. Y él lo consiguió. Al menos conmigo. Un buen amigo me ha dicho que en ese helicóptero iban buena parte de sus sueños de juventud. Hago completamente mía esa afirmación. Gracias por tanto cosquilleo en el estómago, por tanta sonrisa, por tan boca abierta y por tanto odio cuando no nos dejaste ser oro olímpico. Porque aquel día os íbamos a ganar y principalmente tú no lo permitiste.

Esa no te la perdono. Pero por lo demás, gracias de verdad. Gracias por ser Kobe Bryant, con tus pros y tus contras. En nuestro recuerdo vivirán siempre tus suspensiones, tus penetraciones, tus mates. Tu personalidad inabordable e imperturbable. Quiero seguir pensando que eres inmortal, aunque con el paso de los minutos me vaya convenciendo de lo contrario.

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