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HISTORIA

La Constitución de Cádiz nació en Sevilla

Recuerdo aquella mañana del 14 de febrero de 1996. Ese miércoles era para mí un día más de investigación doctoral, entre legajos y periódicos antiguos.


	Recuerdo aquella mañana del 14 de febrero de 1996. Ese miércoles era para mí un día más de investigación doctoral, entre legajos y periódicos antiguos.

No conocía personalmente a Francisco Tomás y Valiente. Su libro Códigos y constituciones (1808-1978) era un texto de referencia para algunas asignaturas de la carrera, y aún tenía reciente la lectura de su estudio preliminar a una obra de Joaquín Francisco Pacheco, uno de los juristas más interesantes del XIX español. Cuando esa mañana supe que el etarra Bienzobas le había asesinado en su despacho sentí una profunda melancolía.

Volví a leer a Tomás y Valiente para preparar mi libro Liberales de 1808, y me reencontré con un autor ameno e incisivo, cuya obra había quedado inconclusa. Escribió una magnífica introducción a un título de Agustín de Argüelles, y Génesis de la Constitución de 1812, en 1995, un año antes de su asesinato. Ahora, la editorial Urgoiti ha recuperado esta última obra.

La excelente introducción de Marta Lorente permite situar al profesor Tomás y Valiente como historiador del Derecho y como de jurista prominente de los años ochenta. Tuvo una vida de intenso trabajo, de la que se pueden destacar algunos detalles. Estudió en la universidad de su ciudad natal, Valencia, y fue catedrático en la de La Laguna, en la de Salamanca y y en la Autónoma de Madrid. Su trayectoria brillante y novedosa hizo que el PSOE se interesara por él y lo captara. En 1980 fue elegido magistrado del Tribunal Constitucional, institución que presidió desde 1986 hasta 1992, en que volvió a la Autónoma como catedrático de Historia del Derecho y donde, aquel 14 de febrero, fue asesinado.

Tomás y Valiente buscó la renovación de su disciplina acercándose a la historia social y política, en la línea marcada por Antonio Domínguez Ortiz, y a la historia de las ideas, en la de José Antonio Maravall. No se trataba de una simple renovación, sino que, a juicio de Marta Lorente, también iushistoriadora, lo suyo fue un intento de responder a las acusaciones de Vicens Vives contra la historia constitucional y a los "devastadores ataques de la historiografía marxista". La línea que quiso seguir Tomás y Valiente la resumió muy bien Mariano Peset: trató de

concebir y construir la Historia del Derecho huyendo de dos polos: ni el Derecho es mera superestructura, simple excrecencia carente de historia autónoma, ni (...) puede consistir en la pura y positivista descripción de hechos pensando que lo demás es silencio.

Tomás y Valiente, en consecuencia, dedicó su trabajo investigador a las instituciones político-administrativas de la Monarquía absoluta, al Derecho penal y procesal y a la legislación básica del Estado liberal. Formó parte de la segunda hornada de historiadores del liberalismo y se centró en la idea de la revolución burguesa, entendida ésta como "la implantación y desarrollo de unas relaciones capitalistas de producción y de cambio" y que se habría plasmado en la abolición de los señoríos, la desvinculación de mayorazgos, la desamortización y las libertades económicas. En los años 90, el profesor Tomás y Valiente cambió su paradigma y pasó a hablar de "revolución constitucional", atendiendo más a la relación de cada texto constitucional con modelos extranjeros, con las decisiones políticas que lo acompañaron y con el proceso de ciudadanía. Y así surgió Génesis de la Constitución de 1812, que quiso ser el primer paso en el estudio del Estado liberal.

La intención de Tomás y Valiente en esta obra era la de que marcar los puntos del pensamiento constitucional anterior a la Constitución de Cádiz desde la segunda mitad del siglo XVIII, como ya habían hecho historiadores norteamericanos y británicos. Nuestro autor partía del hecho de que el vacío de poder que se produjo en mayo de 1808 propició la ocasión revolucionaria. Entre esa fecha y 1810 se barajaron cuatro proyectos políticos: el liberal constitucional, el que pretendía la vuelta a la leyes fundamentales, el afrancesado y el de aquellos que sólo querían volver al poder absoluto del rey tal y como era en marzo de 1808.

La idea era desentrañar ese pensamiento constitucional que estaba ligado a las llamadas leyes fundamentales. El problema que encontró Tomás y Valiente fue que liberales, reformistas, afrancesados y absolutistas no tenían el mismo concepto de esas leyes, y tampoco hicieron una enumeración clara de las mismas. Los liberales entresacaron una tradición de normas limitativas del poder regio, mientras que los reformistas aludían a unas normas de contenido político, escritas o no, cuyo conjunto era la constitución histórica, al estilo de los británicos. También Tomás y Valiente veía un concepto "autoritario" de las leyes fundamentales, el esgrimido por los absolutistas, al tiempo que los pactistas, que se podían identificar con los afrancesados aunque no sólo con ellos, apuntaban que las leyes eran un "pacto" entre el rey y la nación.

Nuestro autor recorre en esta obra el pensamiento constitucional relativo a las leyes fundamentales desde mediados del siglo XVIII hasta 1808. Posteriormente se adentra en los debates políticos y constitucionales que tuvieron lugar en lo que llama la "fase preconstituyente", es decir, la que se produce en la Junta de Legislación, dependiente de la Comisión de Cortes, entre octubre de 1809 y enero de 1810, en el tiempo que estuvo en Sevilla la Junta Central, primer gobierno nacional. Es ahí donde adquieren protagonismo Jovellanos, Argüelles y Ranz Romanillos.

La conclusión de Tomás y Valiente es que la Junta de Legislación preparó la Constitución que se presentó a las Cortes; esto es, que la Constitución de Cádiz nació en Sevilla. Los liberales dieron la batalla en aquel organismo preparlamentario, la Junta, y luego dominaron la escena pública, lo que les permitió presentar la Constitución como una salida revolucionaria a la crisis política. Sólo por el despliegue de información, la capacidad sintética, la buena pluma y la excelente explicación de los precedentes gaditanos merece la pena la lectura de este libro.

 

FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE: GÉNESIS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812, I. DE MUCHAS LEYES FUNDAMENTALES A UNA SOLA CONSTITUCIÓN. Urgoiti (Pamplona), 2011, 160 páginas. Prólogo de Marta Lorente Sariñena.

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