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FIGURAS DE PAPEL

Plumas danesas

Hay lectores a los que no seduce demasiado cruzar esa suerte de frontera que permite avizorar otros horizontes literarios, salvo los más o menos conocidos. Están, por un lado, aquellos a quienes les gusta moverse en terreno conocido y discurrir sobre seguro: los que leen autores de renombre porque intuyen qué les aguarda a lo largo del texto, hasta llegar a la otra orilla del libro.

Hay lectores a los que no seduce demasiado cruzar esa suerte de frontera que permite avizorar otros horizontes literarios, salvo los más o menos conocidos. Están, por un lado, aquellos a quienes les gusta moverse en terreno conocido y discurrir sobre seguro: los que leen autores de renombre porque intuyen qué les aguarda a lo largo del texto, hasta llegar a la otra orilla del libro.
El escritor danés Jens Christian Grondahl.
No olvidemos aquellos, mucho más numerosos, que sólo se abisman en los libros de moda (que duran, como todas las modas, lo que un lirio). Y, naturalmente, son más extraños los lectores que se atreven a dar un paso más, hacia el descubrimiento de otras literaturas, para decirlo de alguna manera. A estos quiero comentarles que he visitado con agrado dos buenos ejemplos de las letras danesas modernas.
 
El viaje lo realicé gracias a novelas atractivas, muy diferentes entre sí temáticamente, aunque en el fondo evidencian algunas coincidencias: sin mayores alardes formales, ambas conforman edificios literarios sólidos, a partir de un complejo entramado de relaciones personales, que descansan en los personajes y en las emociones.
 
Una de ellas es Silencio en octubre, de Jens Christian Grondal. Nacido en 1959, es uno de los más prolíficos autores de narrativa y teatro danés; está traducido a varios idiomas. El otro título es El príncipe, de Ib Michael. Nacido en 1945, poeta y prosista, ha sido galardonado en diversas ocasiones; entre los premios que ha recibido se cuenta el de la Academia Danesa de Letras.
 
Autorretrato de Edward Hopper.La primera de las novelas mencionadas, Silencio en octubre, propone una sutil reflexión para comprender el sentido de la vida ("Los hijos conocen a sus padres mejor de lo que los padres conocen a los hijos", dice el protagonista) a través de una compleja trama. Una mujer abandona a su marido y lleva a cabo, en solitario, el viaje, el primero, que hicieron juntos. Mientras tanto, el hombre, sin comprender los motivos de aquel abandono, se abisma en introspecciones. Y una hija de ambos, a la distancia, observa y entra y sale en la trama, como sucede en la vida de las personas.
 
La andadura novelesca es lenta, calma, sustanciosa. Como el protagonista es crítico de arte, dicho sea de paso, el libro tiene páginas por demás sugestivas a propósito de la pintura moderna americana, en especial sobre Edward Hopper. La frágil constitución de la memoria y la naturaleza circular del mundo están sugeridas con sensual apreciación de la escritura.
 
No menos intensa es El príncipe, la primera novela de Michael traducida al castellano. ¿Cómo definirla? Diría que es una obra iniciática. Una obra con ciertos atisbos fantasmagóricos y con el telón de fondo de las playas escandinavas. A comienzos de los 20, un niño de doce años, huérfano de padre y proveniente de la ciudad, despierta al verano allí. Los días azules de la infancia, como diría Antonio Machado. Aquellos tiempos, cuando éramos inmortales.
 
La playa, las barcas, el recoleto mundo pueblerino se entremezclan en la imaginación del niño con la recién descubierta pasión por la lectura. Y a veces se confunden. En esta historia el pasado y el presente se dan la mano. Es así que el amor y la pasión están presentes, tanto como los componentes místicos. Audaz y aguda, la obra de Ib Michael es una suerte de fantasía donde los hechos, cada tanto, para agradable sorpresa del lector, asumen nuevas significaciones.
 
Atención, lectores de lectura rápida: no olviden que toda novela bien escrita y bien estructurada lleva más tiempo para leer que aquellas que no lo están. Aquí, pues, la lectura paciente, para afrontar el doble placer que deparan estos novedosos desafíos.
 
 
– Ib Michael, El príncipe, Barcelona, Salamandra, 320 páginas.
– Jens Christian Grondal, Silencio en octubre, Barcelona, Salamandra, 320 páginas.
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