Menú
Luis Herrero

La cocina del infierno

La encuesta trampa del CIS escondió la auténtica realidad demoscópica que se vive en España: el PSOE va hacia abajo y el PP, hacia arriba.

La encuesta trampa del CIS escondió la auténtica realidad demoscópica que se vive en España: el PSOE va hacia abajo y el PP, hacia arriba.
Pedro Sánchez | EFE

Me explican mis arúspices de cabecera, después de haber escudriñado las tripas de la encuesta trampa que publicó el CIS el martes pasado, que si los cómputos se hubieran hecho como de costumbre, la intención de voto del PSOE hubiera sido de dos puntos menos. No estaría, por lo tanto, en el 30,5 % que le adjudicó el cocinero Tezanos, sino en el 28,5 %. Dado que en la encuesta de julio –la primera de Sánchez como presidente– logró un 29,9%, la conclusión correcta es que ha bajado un punto y medio en dos meses. Si nos lo hubieran contado así, los titulares de prensa habrían sido distintos.

Una vez descorchado el champán de la moción de censura, la espuma que catapultó al líder socialista al primer puesto del ranking demoscópico comienza a descender. Imagino frases como estas: "El efecto Sánchez se diluye", "retroceso del PSOE", "comienza el desgaste del nuevo Gobierno". Y eso sin tener en cuenta que los cuatro grandes incendios que han convertido el banco azul en pasto de las llamas –la caída de Montón, la tesis del plagio presidencial, las amistades peligrosas de Dolores Delgado y el tinglado societario de Pedro Duque– quedaron fuera del trabajo de campo de la encuesta. De lo contrario, el descenso hubiera sido mucho mayor.

Los otros dos partidos con dopaje porcentual han sido ERC y el PDeCAT. Dicen mis expertos que el CIS les ha regalado un punto de más a cada uno. Así que si sumamos esos dos puntos a los otros dos que ha recibido el PSOE para mayor gloria de la causa socialista llegaremos a la conclusión de que el artista Tezanos, para escarnio de la neutralidad institucional y el juego limpio, le ha birlado cuatro puntos al resto de los contendientes.

El que ha salido peor parado ha sido el PP. Con los cálculos tradicionales, Pablo Casado hubiera acreditado en su debut como jefe de la derecha un estirón de dos puntos y medio, y no solo de medio como ha consignado el CIS. Ante ese hecho, los titulares de prensa también habrían sido distintos. Tras las caídas sucesivas que venía experimentando Mariano Rajoy (-5,7% en el primer semestre de 2017 y -8,4% en su último año), Casado invierte la tendencia. Pónganle a esa reflexión los comentarios que quieran: "El PP levanta el vuelo", "acaba la sangría", "se estrechan los márgenes".

Es obvio que no es lo mismo un plano de situación en el que el PSOE aventaja en diez puntos al PP que otro en el que esa distancia queda reducida a la mitad. Y además con tendencias de signo opuesto. El primero va hacia abajo y el segundo hacia arriba. Es verdad que no son Aquiles y la tortuga –ni el uno corre tanto ni el otro va tan lento–, pero la nueva competición solo acaba de comenzar.

El robo a Podemos ha sido, según mis fuentes, de punto y medio. Y, de todos, ese es el dato que me parece más interesante. Según parece, Pablo Iglesias tenía razón: apuntalar a Sánchez en el Gobierno, darle la cobertura necesaria para que prolongue su estancia en el poder, no solo no es perjudicial para sus intereses particulares sino todo lo contrario. Él se apunta los tantos y el otro se come los marrones. El desgaste del PSOE redunda en beneficio de su socio.

Si esa ecuación se confirma, Iglesias será el máximo interesado en alargar la legislatura todo lo que se pueda. Cuanto más dure, más cerca estará de recuperar el sueño del sorpasso. Es cierto que la suma global del bloque de izquierdas apenas se mueve (baja medio punto), pero el tamaño de los sumandos, sí. El más pequeño se hace más grande y eso mejora notablemente su capacidad de influir.

En el bloque de la derecha, si los cálculos se hubieran hecho bien, Ciudadanos se hubiera quedado casi como estaba. La cocina del CIS le ha hurtado medio punto. De no haberlo hecho, su descenso no hubiera sido de ocho décimas, sino tan solo solo de tres. He ahí otro dato muy revelador. La llegada de Casado al PP no ha movido al arrepentimiento a los votantes que cambiaron de apuesta cuando se hartaron de Rajoy. Rivera mantiene el tipo. Aunque se aleja de la primera posición que le daban algunas encuestas antes de la moción de censura, aun está en condiciones de llegar a la recta de tribunas en condiciones de plantar batalla si, como parece, el que ahora va en cabeza sigue cediendo terreno a sus perseguidores.

A Sánchez el sprint se le puede hacer interminable. Y aun más si de verdad se empeña en situar la línea de meta en 2020. Al ritmo que avanzan las cosas según el verdadero CIS, manipulaciones partisanas aparte, un tobogán tan largo le llevaría al sótano del infierno. ¿Cambiará un año de poder por un futuro en el averno? Muchos me dicen que sí. Yo no lo creo. Por eso llego a la misma conclusión que la semana pasada: a esta legislatura, el culo le huele a pólvora.

Temas

En España

    0
    comentarios