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Miguel del Pino

Barcelona, Madrid y la Ciencia

Creo interesante publicar la lección de amistad entre Barcelona y Madrid que supuso el nacimiento del que fue llamado “Zoo de la Casa de Campo”.

En estas jornadas tan especiales mi corazón de viejo naturalista se conmueve al recordar a tantos insignes científicos catalanes como han florecido en el entorno de las Ciencias Naturales y a alguno de los cuales tuve ocasión de conocer y admirar.

Creo interesante publicar la lección de amistad entre Barcelona y Madrid que supuso el nacimiento del que fue llamado "Zoo de la Casa de Campo", actualmente "Zoo Acuarium de Madrid", en el ya lejano 1972. Barcelona contaba entonces con uno de los Zoológicos más completos de Europa, situado en el Parque de la Ciudadela. Madrid se conformaba con su decimonónica "Casa de Fieras" del Retiro.

El promotor de la ingente tarea necesaria para construir un gran zoológico en Madrid era el arquitecto catalán Antonio LLeo, con quien, yo tuve el honor de trabajar como Biólogo Conservador del que sería nuevo Zoo, bajo la dirección de la inolvidable Dra. Celma. Teníamos gran entusiasmo pero apenas sabíamos cómo abordar un plan tan ambicioso.

Pidió el Sr LLeo ayuda y consejo a otro "Don Antoni", el ilustre profesor D. Antoni Jonch y Cuspinera, alma del Zoo de la Ciudadela y eminente científico y divulgador. Como consecuencia de esa ayuda bien puede afirmarse que el nuevo Zoo de Madrid nació y creció a imagen y semejanza del de Barcelona.

Expertos arquitectos catalanes entre los que cabe citar al Sr. Subirach, que diseñó la instalación de los tigres, se mostraron encantados en colaborar y los resultados fueron realmente magníficos. Cabe resaltar el revolucionario empleo del hormigón en los recintos de los animales, entonces muy criticado, pero excelente en cuanto a resultados a largo plazo.

Durante los primeros años de vida del Zoo madrileño eran constantes los intercambios de visitas entre el personal especializado. En este sentido recuerdo con especial afecto los consejos del amigo Fermí, uno de los aclimatadores del famoso "Copito de nieve", que pasó largas horas conmigo en Madrid transmitiéndome sus secretos sobre los cuidados, físicos y sicológicos que necesitan los pequeños gorilas que entonces eran rescatados procedentes del contrabando.

"Copito de Nieve" era entonces la gran estrella del Zoo de Barcelona. El gorila albino, rareza única que nunca ha vuelto a ser encontrada en la naturaleza, fue rescatado de manos de los furtivos en la entonces española Guinea Ecuatorial por otro de los científicos catalanes que quiero recordar en este momento: D. Jordi Sabater Pi.

El Dr. Sabater es una de las glorias españolas en el campo de la antropología. Tuve la ocasión de entrevistarle varias veces ya en su ancianidad y sus declaraciones siempre resultaban apasionantes: era un verdadero naturalista de campo, de los "de antes", magnífico dibujante y divulgador y tan serio en su método de trabajo como arriesgado al explorar los reductos más salvajes e inexplorados. Salvó a "Copito", lo supo sacar adelante y llevarlo a Barcelona. El resto de las aventuras del gorila albino son hoy divulgadas en la literatura científica de todo el mundo.

En los lejanos años setenta, cuando comenzaban a salir de las Facultades de Ciencias las primeras promociones de Licenciados en Ciencias Biológicas eran muy frecuentes los intercambios de curso, algo parecido a lo que hoy llamaríamos "Masters". Los catalanes querían saber más de "tierras adentro" y nosotros necesitábamos aprender Biología Marina. Puedo dar fe de la camaradería y amistad con que unos y otros nos enriquecimos con aquellas amistades y experiencias.

Al citar aquellos intercambios viene a mi memoria otro de los científicos catalanes a quienes recuerdo con la gratitud que todo alumno debe a sus profesores, me refiero al ornitólogo Dr. Balcells, que junto a Bernis, mi maestro en Madrid en esta rama de la zoología era un referente mundial. Balcells trabajaba en los veranos en el Centro Pirenaico de Biología experimental de Jaca, y allí tuve el gusto de conocerle y de disfrutar de su magisterio en campo abierto.

Recuerdo una anécdota sobre el Profesor Balcells: aparece un punto en el cielo y me dice "mira un bisbita". Le pregunto asombrado como puede saberlo a esa distancia y me dice "verás cómo se va dejando caer y luego remonta formando bolsas en el aire: dicho y hecho, el pájaro siguió con todo detalle lo que el sabio había vaticinado. Le dije "Profesor, le va a ser muy difícil despegarse de mí en todos los viajes que pueda hacer a su lado."

También simboliza fielmente la amistad científica entre Madrid y Cataluña otro zoólogo ilustre, D. Mariano de la Paz Graells. Este decimonónico personaje de solemnes patillas, catalán de nacimiento y formación, y castizo madrileño por sus investigaciones en la Sierra del Guadarrama, describió en los bosque de pino silvestre de Balsaín la más bella mariposa de Europa, que dedicó a la Reina Isabel II y que científicamente es conocida como Graellsia isabelae.

Sirva este recuerdo a tan grandes científicos como homenaje a tanta amistad y gloria científica, catalana y española.

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