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Pablo Molina

Por favor, no me rescaten más

Si están capacitados para acabar con la pobreza ¡en sólo cuatro años! es un gesto de egoísmo intolerable que los españoles lo disfrutemos en solitario

Cuando un político dice que se va a encargar de resolver tus problemas lo único sensato que cabe es huir lo más lejos posible. Si el aspirante a redentor es de izquierdas entonces, además, hay que poner la cartera a buen recaudo, porque en tal caso el coste del rescate excede con mucho el presunto beneficio que se iba a recibir; y eso en el caso de que se obtenga alguno, que no siempre ocurre así.

La principal amenaza para los contribuyentes era hasta ahora Pablemos y sus cómplices, unos pijos fanatizados por la cochambrosa universidad pública, que pretenden hacer sus prácticas revolucionarias al frente del Gobierno de la nación. A esta carrera contra el honrado contribuyente se ha sumado con fuerza Pedro Sánchez, dispuesto a incorporar todas las majaderías podemitas a su ideario como si fueran de su propia cosecha, ajeno por completo al ridículo que supone esta burda imitación de lo más disparatado y analfabeto de la actual política española.

Sánchez, socialista al fin y al cabo, también quiere rescatarnos de nosotros mismos, para lo cual ha anunciado la creación de un "ingreso mínimo vital", que es la versión de la renta básica que los podemitas amenazaban con implantar, hasta que alguien les demostró en una servilleta de papel que era una majadería y el camino seguro al desastre financiero.

El líder socialista no escarmienta en coleta ajena y está dispuesto no sólo a garantizarnos ese "mínimo vital"; también quiere "acabar con la pobreza en España en cuatro años" porque, como afirman los podemitas, la malnutrición infantil es una tragedia lacerante en nuestro país y “la emergencia social” es tan acuciante que un cuarto de la población total estáa punto, pero a punto, de morir de inanición.

Tenemos una izquierda tercermundista, que a este paso tardará muchas generaciones en homologarse a la socialdemocracia europea, esa con la que todos sus dirigentes se identifican mientras celebran los "éxitos" de la revolución cubana y las charlotadas ruinosas de sus colegas venezolanos. Ahora bien, si sus líderes están capacitados para acabar con la pobreza ¡en sólo cuatro años! es un gesto de egoísmo intolerable que los españoles los disfrutemos en solitario. Aunque cueste creerlo, hay regiones del mundo algo más pobres que España y, lo que es peor, sin políticos providenciales capaces de acabar con las penurias de su población.

Sánchez y Pablemos deberían dedicarse a resolver primero los problemas de esos sitios y luego ya, si eso, redimirnos a los españoles también. En Sierra Leona y Burkina Faso los necesitan mucho más. Aquí todavía aguantamos unos añitos.

En España

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