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Pablo Planas

Última noticia del 155

La puñalada es tan esquinera como evidente. Junqueras delata a Rovira sin ambages ni medias tintas.

La puñalada es tan esquinera como evidente. Junqueras delata a Rovira sin ambages ni medias tintas.
Oriol Junqueras | EFE

Rovira disfruta de las que pueden ser sus últimas horas al frente de ERC si prospera el recurso de los letrados de Oriol Junqueras, los Jordis y los exconsejeros presos en el Tribunal Supremo. Hace dos semanas, el recluso Junqueras no sólo le otorgaba plenos poderes en la dirección del partido, sino que la preproclamaba presidenta catalana. Escribía Junqueras desde la penitenciaría de Estremera una larga epístola a los republicanos de la que destaca este párrafo:

Tantas veces dijeron que no habría urnas ni papeletas... Y que no votaríamos. Pues votamos. Pocas personas como Marta Rovira, nuestra secretaria general, remaron tanto y desbrozaron tanto el camino. Confiemos siempre en ella, se lo ha ganado como ninguno. Siempre empujando, resolviendo dificultades y superando toda clase de obstáculos. Sin ella no habría sido posible. Y lo digo desde la prisión de Estremera, con serenidad y tiempo para pensar. No es fácil estar en la cárcel, con todo lo que ello implica. La lejanía y la reclusión son difíciles de gestionar. Ahora bien, ERC no me preocupa porque está en buenas manos. Va siendo hora de que en este país una mujer esté al frente, una mujer que nunca se rinde, con una determinación y un convencimiento inigualables, prudente y audaz a la vez, tozuda y obstinada, pero también dialogante y pactista. Todos a su lado, no la dejemos nunca sola. República tiene nombre de mujer.

En apariencia, Rovira sería la encarnación de todas las virtudes catalanistas, un caso de manual de mujer providencial bajo quien ampararse en tiempos de tribulaciones y turbulencias, un fenómeno de la política catalana, ya de por sí fértil en materia de personalidades esféricas. Sin embargo, tan encendidos elogios no ocultan el traspaso de responsabilidades judiciales en materia del 1-O. La pública, solemne y formal acusación a Rovira por parte de Junqueras viene envuelta en los aparatosos ropajes del panegírico, pero es inapelable. Sin ella, el 1-O "no habría sido posible", confiesa Junqueras por escrito.

La puñalada es tan esquinera como evidente. Junqueras delata a Rovira sin ambages ni medias tintas. No hace falta ser un Perry Mason para inferir que si la Guardia Civil no tenía suficientes pruebas sobre la participación de Marta Rovira en la parte operativa del golpe con las conversaciones de los altos cargos de ERC (que se remitían siempre a la última palabra de la secretaria general de Esquerra), el testimonio escrito de Junqueras proporciona un palmario material incriminatorio.

Junqueras va de franciscano, viste los ropajes reglamentarios de prisión, reza, medita y escribe cartas de amor al pueblo de Cataluña que bordean el éxtasis místico, pero ha sentenciado a su preferida al estilo de los mafiosos que usan la Biblia para cifrar las instrucciones, con un beso en la frente.

Traicionada y condenada de antemano por su propio patrocinador, presa del vértigo y de los nervios, a los pies de los caballos, rodeada de delatores, Rovira emite confusos y contradictorios pronunciamientos. Por un lado dice que la república ya está proclamada y sólo falta aplicarla, cosa que hará cuando gane las elecciones; por otro reniega de la unilateralidad del "mandato democrático" del 1-O que sustenta el hecho republicano.

Al tratarse de política catalana, si el Supremo mantiene el grado presidiario de Junqueras, Rovira podría tener recorrido a pesar de su partido. Se enfrenta a Puigdemont, otro segundón, el de Artur Mas, que tampoco tiene más partido que su condición de símbolo y que también se macera en la contradicción. Dice que es el presidente legítimo pero se presenta a unas elecciones "ilegítimas". En cualquier parte del mundo libre, informado y democrático estarían políticamente muertos. No en Cataluña, donde se disputan la condición de más votados gracias al adoctrinamiento y la manipulación. ¿155? La última noticia del popular número es que cinco senadores del PP ganaron el cuponazo el mismo día que se anunció el legendario artículo. Jugaban al 93.155, que tocó el 27 de octubre.

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