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Pedro de Tena

En pleno cachondeo, nos toca un desinhibido

Pues, sí, como vociferó Pedro Pacheco, la justicia es un cachondeo.

Pues, sí, como vociferó Pedro Pacheco, la justicia es un cachondeo. O lo parece. Los Pujol andan por la calle con dos pares dirigiendo en la sombra el golpe nacionalista –suponer que es Mas 3% quien lo fragua es una broma– y el duque Urdangarín va y viene a Suiza sin problema de pasaporte. El pobre Matas baila con la fea, como el Correa, el Bigotes y resto de la banda, mientras los sobresueldos del PP, los botes de UGT y otros cosechadores irregulares van por libre. Rato, Blesa y decenas más son fustigados, pero no con barrotes. Cúpulas uniformadas, o no, inexplicablemente adineradas, van al cine, tal vez con José Bono, nietos inclusos, cuando etarras transitan sin remordimiento por las calles vascas. Por colocar a tres socialistas, un consejero andaluz es absuelto y por colocar a dos andalucistas Pacheco lleva en la cárcel varios años. Ya pedí su indulto, y lo pido de nuevo, porque el asco es poco para el cachondeo que se siente.

Pero, como codificó Murphy, si algo puede empeorar, lo hará. Incluso si se perpetra por sorteo. Es el caso andaluz que soportamos en pleno Día de Andalucía. Como saben, se ha rifado qué tribunal debe juzgar a Chaves, Griñán y los 24 demás por la conspiración de los ERE y va la bolita y recae en la Sección de la Audiencia Provincial de Sevilla que preside Pedro Izquierdo, ex secretario general de Justicia de la Junta de Andalucía, 2008-2014. Izquierdo coincidió en los Gobiernos de la Junta con casi todos los acusados porque tuvo el rango de viceconsejero.

Pero fíjense, nos ha tocado un desinhibido, al menos por ahora. Espontáneo, tal vez, o enemigo de reprimir sus impulsos, Pedro Izquierdo, sigue sin inhibirse a día de hoy. Es más, reta a quien lo recuse a que pague las consecuencias y la multa correspondiente. Tan seguro está de ser el juez indicado para conocer el caso de los ERE, pieza política, que no le importa que, como mandamás de la Junta, haya tenido relaciones con todos los organismos judiciales durante seis años. Y, además, ya como juez, ha intervenido y va a intervenir en otros procedimientos en los que hay altos cargos de la Junta imputados.

Tampoco le importa haber ocupado cargo público con ocasión del cual pudiera participado directa o indirectamente en el asunto objeto del pleito o causa o en otro relacionado con el mismo. Ni siquiera le intimida haber ocupado cargo público o administrativo con ocasión del cual haya podido tener conocimiento del objeto del litigio y formar criterio en detrimento de la debida imparcialidad. Tampoco le asusta haber dispuesto de la oportunidad de tener "amistad íntima o enemistad manifiesta con cualquiera de las partes", algo que no se sabe. No, no encuentra motivos para su inhibición, por lo que será presidente y ponente del tribunal.

Imaginen que el presidente y ponente del tribunal que juzque, cuando Dios quiera, a los Pujol, a Mas y al resto de la cuadrilla hubiera sido secretario general de Justicia de la Generalidad nombrado por ellos mismos. Figúrense que en el caso Gürtel el presidente y ponente del tribunal hubiera sido un ex alto cargo de un Gobierno del PP. Horror, anatema, blasfemia, se gritaría.

Pero en el Día de Andalucía va la suerte y nos agracia con un desinhibido que nos condena a tener fe, sí o sí, en su imparcialidad porque él lo dice. Está claro que, no siendo mujer de ningún César, no le importa la apariencia. Pero convendrá en que la imagen de la Justicia en Andalucía caerá, como la tostada, por el lado del cachondeo.

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