Menú
Pedro de Tena

Iglesias hunde más y más a Podemos

Cada vez está más claro que el principal enemigo de Podemos es Pablo Iglesias y su grupo.

Cada vez está más claro que el principal enemigo de Podemos es Pablo Iglesias y su grupo. Este movimiento, que no partido, se fraguó en las mareas de indignados confusos de hace unos años. Para la élite de los presuntos revolucionarios profesionales de la Complutense y otros pagos, los indignados fueron el magma perfecto sobre el que auparse como cabecillas. Su tarea de ocupación de la cúspide de esta ola puede considerarse como una obra maestra de la suplantación política y un ejercicio hipócrita del "poder popular". Su palabrería sobre las "bases", esto es, los sujetos humanos que son la carne de cañón del movimiento, ha devenido en imposición totalitaria sobre las bases de forma inmisericorde. El proceso de elección de candidatos a las elecciones generales –tomen el ejemplo de Pérez Royo o el teniente general rojo– ha sido ejemplo de que las bases en Podemos, si es que aún existen, no importan. La ausencia de explicación sobre sus orígenes ideológicos y financieros es alarmante. Poco a poco, las ilusiones concertadas por un movimiento que parecía imparable van transformándose en decepciones sistemáticas.

Su posición ante el terrorismo islámico y otros terrorismos como el etarra ha terminado de despertar de su sueño romántico a muchos ingenuos que se creyeron partícipes de un movimiento puro e inmaculado. Lo de ayer de un Pablo Iglesias empeñado en diluir la responsabilidad de la versión fanática del islamismo en los asesinatos de París, con dos españoles muertos en la mochila, no ha podido ser más patético. Sólo le faltó, aunque estuvo a punto de sacar la bala retórica de la faltriquera, culpar abiertamente al socialista François Hollande de la matanza de París, como hizo la izquierda española con Aznar y el PP, en un comportamiento ominoso que les perseguirá toda la vida. Eso lo hizo el absurdo Willy Toledo, pero a Iglesias se le vio el plumero cuando dijo que determinadas intervenciones europeas en Oriente Medio no contribuían a la seguridad de los ciudadanos de Europa. Y, por si fuera poco, tuvo la osadía de llamar "venganza" a la acción internacional que deberá organizarse para combatir la barbarie del Estado Islámico que corta cuellos o prende fuego a personas, destruye obras de arte milenarias y pretende imponer en el mundo sus matanzas y su versión criminal del islam.

El problema de Podemos es ya Iglesias y su grupo. Poco a poco demuestran que su coherencia sólo se aplica al poder y a su ocupación. Lo que sea y como sea con tal de llegar a él. En este caso, el del islamismo radical, ni siquiera tienen en cuenta sus pretendidos fundamentos marxistas. Es conocida la postura marxista ante las religiones y su hostilidad radical a todas ellas, también al islamismo, como dejó claro en estas páginas Julián Schvindlerman.

Emplear todo tipo de artillería ideológica sólo contra la religión cristiana, una religión que ha dado paso, no sin haber cometido excesos pero con numerosas peticiones de perdón, a la democracia y la convivencia bajando la voz hasta la mudez en el caso del fanatismo terrorista islámico es una contradicción ideológica clamorosa. Es más, es una contradicción insoportable. El silencio de estos aprendices de déspota ante la situación de la mujer, el trato a los homosexuales, la identificación religión-Estado o las diferencias sociales en los países musulmanes es una contradicción inaguantable para quienes tratan decentemente de ser parte de un movimiento regenerador de la izquierda.

El declive de Podemos, ampliamente detectado ya en la sociedad española, puede deberse a varios factores, pero uno de ellos, sin duda, es el comportamiento de Pablo Iglesias, su grupo y el desvelamiento paulatino de su nihilismo político-profesional. No son de izquierdas, sino que utilizan a la izquierda como metáfora conveniente hasta que convenga otra cosa. Al tiempo.

En España

    0
    comentarios