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Pedro de Tena

La desesperación del PSOE andaluz y la última salida

Uno de los poemas más influyentes y conocidos de nuestro gran Espronceda fue su "Desesperación", siempre, claro, tras la "Canción del pirata", menos lúgubre y más liberal. Seguramente son los versos que hoy recuerdan numerosos socialistas andaluces que siguen empeñados en no comprender lo que ha pasado y que buscan una salida, la que sea y como sea, para impedir lo que predijo el extremeño:

Romper después las copas,
los platos, las barajas,
y abiertas las navajas,
buscando el corazón;
oír luego los brindis
mezclados con quejidos
que lanzan los heridos
en llanto y confusión.

Los que creían haber controlado todos los resortes de poder de una región esencial de España desde 1982 no repararon en el poder regenerador que la democracia dispone gracias a la libertad de expresión y comunicación, muy por encima de otros resortes más controlables. De hecho, a pesar de manejar a su antojo medios públicos como Canal Sur, de haber intervenido en medios privados mediante préstamos o subvenciones concertados, la manipulación de la publicidad institucional, la concesión de licencias de emisión y los premios y lisonjas a los periodistas afines, la verdad tiene una persistente inclinación por salir a la luz y ha encontrado en los nuevos medios digitales un impulso definitivo. Aquello de "Andalucía, la primera" de las modernizaciones fantasmales sucesivas de Manuel Chaves y Gaspar Zarrías ya no se lo creen ni ellos desde el banquillo de los acusados.

Quedan diez días para la sesión de investidura. Los desesperados deben buscar una solución que impida lo que, ya se intuye, puede ser el primer paso de la demolición del partido más fuerte, disciplinado y organizado de España desde hace más de 100 años. ¿Cómo evitar el desastre?

La aritmética electoral es la que es. La suma de escaños de PSOE (33) y Ciudadanos (21) da 54 votos, uno menos de los necesarios para la investidura por mayoría absoluta, en primera instancia. La suma de PSOE y Podemos (17) da 50 votos. Sólo la suma de PP (26), Ciudadanos (21) y VOX (12) supera la mayoría absoluta necesaria.

Estaba claro que si PP, Ciudadanos y VOX llegaban a un acuerdo, salvo una felonía histórica de última hora, el PSOE estaba muerto del todo. Pero si las presiones para aislar a VOX daban resultado, cabía una posibilidad de evitar el desmoronamiento del régimen. En eso estamos.

Si se consiguiera el fuera de juego del partido de Santiago Abascal, por cabreo, por intransigencia, por exclusión o por cualquier otra pérfida táctica, el PSOE podría presentar su candidatura vía Susana Díaz u otro candidato, logrando de nuevo el control de la Junta. Ello exigiría la complicidad de otros dos partidos, Podemos, por omisión, y Ciudadanos, por acción.

La más tentadora de las soluciones es la que se destila en círculos sanchistas, que tiene grandes ventajas para el PSOE andaluz: se mantendría la estructura del régimen, evitando la destrucción del aparato del partido, y se dispondría de la mayoría de las consejerías de la Junta. Sólo habría que ceder a Rivera, mediante la interposición de Juan Marín, la presidencia de la Junta, eliminando para siempre de ese modo a la incómoda Susana Díaz. Ah, y sobornar, comprar, seducir o acojonar, elíjanse otros verbos si se quiere, al diputado que falta, fuese del partido que fuese.

Rivera, por su parte, avanzaría en su plan de ocupar visiblemente el espacio de centro izquierda en las próximas elecciones generales –para las que puede quedar mucho tiempo y todo es reversible–, y se arrogaría el liderazgo de una operación constitucionalista tanto en Cataluña como en Andalucía. De paso, lesionaría la cabeza de Pablo Casado y, con todos, acusaría a VOX de ser el origen de todos los males.

Cuando me desperté, Manuel Valls mandaba sólo en Barcelona.

Pero quedaban 10 días y la desesperación del PSOE sigue buscando una última salida.

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