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Pedro de Tena

Rajoy y la mala salida

Es preciso aprovechar el golpe de Estado en beneficio de toda España y todos los españoles, dentro y fuera de Cataluña.

Esto de Cataluña, la secesión y la turbulencia independentista se le ha ido de las manos al Gobierno de Mariano Rajoy. Por dos veces le han colado un referéndum que otras dos veces prometió que no se celebraría. Incluso después de consumados ha negado que hayan tenido lugar. Como el ingenuo periodista andaluz Manuel Chaves Nogales en 1936, los dirigentes del PP han confiado en que el mítico seny conservador catalán terminaría imponiéndose sobre el voluntarismo revolucionario de las minoritarias Esquerra y CUP. Pero, por el momento, pende sobre los españoles una declaración unilateral de independencia y la persistente realidad de que incluso el catalanismo moderado, si es que tal cosa existe, está ya en manos de los extremistas. Que ello es así es lo que explica la fuga de las grandes empresas de origen catalán, fuga por ahora limitada a la sede social, a Madrid y a otras regiones de España. Si confiaran en la reversibilidad del procés, no se habrían marchado.

Ahora que los españoles estamos despertando del largo letargo de nuestra autoestima nacional debido a la estatura y violencia de la algarada, Rajoy puede tener la tentación de una mala salida para el caos catalán. Después de la que ha caído y aún puede caer, mucho debe cambiarse en Cataluña y en España. Pero el cambio debe ser real para restaurar los derechos constitucionales de los catalanes que se sienten españoles y que fueron abandonados desde hace casi cuarenta años. Para ello habrá que anular o modificar no pocas leyes y comenzar a aportar nuevos usos y costumbres de respeto mutuo para una convivencia real.

Además, debe ser un cambio perceptible y práctico para los millones de españoles que vivimos fuera de Cataluña y que percibimos que hay fronteras y privilegios reales, sobre todo lingüísticos y laborales, que impiden que los demás españoles puedan trabajar normalmente en Cataluña mientras muchos catalanes trabajan normalmente en el resto de España. Y, cómo no, debe ser un cambio que imposibilite que, dentro de un tiempo, una década, dos o tres, vuelva a surgir otro nuevo desafío separatista. Dicho de otro modo, es preciso aprovechar el golpe de Estado en beneficio de toda España y todos los españoles, dentro y fuera de Cataluña.

Es un hecho contundente que el actual Gobierno de Cataluña y otras instituciones catalanas han perpetrado o contribuido a perpetrar el actual golpe de Estado separatista. La mala salida que podría tentar a Rajoy es la de olvidar, política y judicialmente, que esta ilegalidad humillante y peligrosa ha tenido lugar y volver a negociar, como siempre, la ampliación de privilegios y diferencias que han convertido a Cataluña en el polvorín que ha terminado siendo. El resto de España no podrá seguir soportando que dos regiones, Cataluña y País Vasco, a pesar de los asesinados por ETA y Terra Lliure y de los humillados y excluidos por el nacionalismo durante décadas, sigan chantajeando a los Gobiernos de la Nación para enriquecerse y pertrecharse para la independencia definitiva. De optar por esta mala salida, Rajoy consumaría una felonía que agotaría el crédito de su ya maltrecho partido.

PS: Lo mismo vale para Pedro Sánchez y el PSOE, naturalmente.

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