Menú
Pedro de Tena

Socialismo, barbarie y Logse

Los hechos no importan en la evaluación política porque todo está irremediablemente contaminado por los prejuicios.

Gregorio Salvador, granadino egregio lamentablemente desaparecido, escribió un artículo hace años en el que se esmeraba en ironizar cómo era posible que, cuando un alumno respondía 18 a la cuestión aritmética 6+7, pudiera aprobar. Nuestro académico parodiaba con salero andaluz el razonamiento del hipotético profesor de la LOGSE empeñado en salvar al escolar bodoque del suspenso. Y lo hacía así:

“Y en cuanto al resultado(18), puede verse que el uno es correcto. El segundo número no debería ser ocho, eso sí, pero si se corta por la mitad, de arriba abajo, puede observarse que el alumno ha escrito dos treses simétricos, y podemos quedarnos con el bueno, el de la derecha, porque se ve que era buena su intención”. 

Esto es, la actitud del alumno ha sido positiva: lo ha intentado y sólo se ha equivocado en un número que cabe interpretar de manera benévola. Así que “se le debe dar un «Notable» y decir que «Progresa adecuadamente".

Viene esto a cuenta de cómo es posible que el electorado español, la única autoridad capaz de calificar en su examen político la conducta de sus partidos, siga aprobando una y otra vez al PSOE de Pedro Sánchez. En la última encuesta conocida ayer, el socialismo sanchista, a pesar de la que ha caído y nos va a seguir cayendo, obtenía un 27,9 por ciento de la intención de voto, tres puntos más de los logrados por el PP de Pablo Casado. Es más, es que en cuanto a la valoración de líderes Pedro Sánchez es mejor considerado que Casado y todos los demás, a excepción de Inés Arrimadas. Si se tratara de una tezanoscopia más, podríamos referirnos a la cocina sociológica sectaria, pero no. En este caso, la encuesta ha sido encargada por El Mundo, un medio no precisamente afín al gobierno socialcomunista.

Parece que el profesor colectivo, ese que componemos todos los ciudadanos en edad de votar, sufre una especie de adoctrinamiento logsiano-político en el sentido de que deseamos que el gobierno de Pedro Sánchez apruebe como sea, aunque para ello tengamos que cargar todas las faltas sobre su socio de gobierno, Podemos, que sí se va despeñando adecuadamente. Pero, a pesar de la constancia de que el resultado del examen sobre cómo ha ido España desde que Sánchez llegó al gobierno es pavoroso, una mayoría relativa de votantes siguen tratando de aprobar cómo sea al máximo responsable del desastre. De la tensión creciente con Marruecos, al coladero viral de Gibraltar; de la gestión infame de la pandemia a la inmoral propaganda de “sus” vacunas; de la inexistencia o si o quién sabe de un comité de expertos a la ruina de la hostelería y tantas empresas; de tener un territorio desvertebrado ante una epidemia con 19 fronteras ficticias y tratamientos diferentes a la utilización de la crisis para imponer políticas sectarias…En fin. Parece imposible que un gobierno así apruebe. Pero lo hace.

El problema reside en que, como en el ejemplo elegido por Gregorio Salvador, los hechos no importan en la evaluación política porque todo está irremediablemente contaminado por los prejuicios que no dejan apreciar con justeza los hechos mismos y que han logrado descarriar a los ciudadanos con la consideración de “socialismo o barbarie”, antiguo pero eficaz.

Ha prendido en los ánimos públicos, por la deserción de muchos del debate cultural y moral y el aleccionamiento mediático constante,  que el socialcomunismo multirrepublicano es el único remedio eficaz ante la culpabilidad capitalista y española de las derechas.  Aunque los hechos reflejen con cada vez mayor claridad que la barbarie – desde los okupas a la permisividad ante los fiestorros infecciosos, desde la invasión del Estado en la educación familiar a la expropiación fiscal de la ciudadanía y un interminable etcétera-, es consecuencia de los actos este gobierno, los hechos ya no importan. Importan las intenciones debidamente adobadas por los tejedores de mentiras.  

Como en el caso del alumno de Salvador, que España + Sánchez sea igual a prosperidad y democracia no es más que una falsedad repetida machaconamente desde todos los altavoces relevantes. Pero, al estilo de una logse política, debemos aprobarlo y dejar que pase de curso a pesar de tantos y tan llamativos suspensos. Y el que no haga, oigan, es un facha extremo derechoso, cómplice de la foto de Colón, retrógrado y bárbaro.  Estos sí que tienen mala intención, hagan lo que hagan. 

En España

    0
    comentarios