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Pedro de Tena

Zapatero prodigioso

Es milagroso que un personaje así siga mediando en Venezuela con el permiso y el apoyo del Gobierno del PP, que ya es pasmoso.

Es milagroso que un personaje así siga mediando en Venezuela con el permiso y el apoyo del Gobierno del PP, que ya es pasmoso.
Zapatero, con el tirano de Venezuela, Nicolás Maduro | @PresidencialVen

Es una de las muchas incógnitas que me inquietan en estos días de amargo agüero para la patria española, que hay que ver lo que nos cuesta ya decir algo tan sencillo. En estos momentos, si hay una traición en marcha a la democracia española se está perpetrando fundamentalmente en Cataluña y, más ladinamente, en el País Vasco, que parece que sus nacionalismos se relevan en la cabeza por la destrucción de España. Pero a nadie puede ni debe olvidársele que uno de los mayores responsables políticos del crecimiento del desgarro nacional es este curioso personaje castellano apellidado Zapatero. Ayer lo vi de nuevo, y hablando de Cataluña nada menos, y he de reconocer que se me han revuelto las tripas.

El mismo que hace unos años, siendo nada menos que presidente del Gobierno de la nación española, prometió aceptar el estatuto y lo que fuera decidido por el Parlamento de Cataluña, concediendo así carta de soberanía a lo que ni la tuvo nunca ni la tiene ahora, dice ahora otras cosas. Pero ya estamos todos achicharrándonos por el volcán cuya erupción desencadenó su felonía o estupidez, en el más piadoso de los casos.

Sus portentos devienen de su trayectoria. Nunca ha dado cuenta de nada de lo que ha hecho, y ha hecho mucho y altamente dañino para la ciudadanía española. No diremos nada de aquel congreso del PSOE que ganó por los pelos y de aquella manera, pero no se nos olvida cómo ganó las elecciones de 2004, tras haber culpado al Gobierno del PP de ser, de hecho y políticamente, responsable de los atentados terroristas del 11-M. Luego es sabido todo lo que ocurrió con la comprensión hacia la banda terrorista ETA y muchas otras cosas, que desembocaron en la ruina nacional por su miopía – sigo siendo benévolo– a la hora de detectar una crisis económica que sumió a la mayoría de los españoles en un infierno.

Pero ni siquiera hoy quiero fijarme especialmente en eso. Me fijo en Venezuela porque es que, oigan, ha vuelto a sus tareas de mediación, que comenzaron –no se sabe bien por orden o pago de quién– en octubre de 2015. En esos dos años, el número de asesinados por la dictadura bolivariana ha crecido por encima del centenar. Desde que media en el conflicto, una Asamblea parlamentaria y democrática ha sido suplantada por otra elegida irregularmente para aniquilar lo que queda de la democracia venezolana. Incluso se está persiguiendo a una fiscal general que tiene que refugiarse en países vecinos para librarse de la cárcel o algo peor. Los presos políticos siguen estando presos y el golpe militarista sigue imponiéndose. La mayoría de los países hispanoamericanos no defienden el régimen chavista e incluso el papa Francisco, compañero de viaje durante meses de la patraña, ha hecho mutis por el foro.

Es milagroso que un personaje así siga mediando en Venezuela con el permiso y el apoyo del Gobierno del PP, que ya es pasmoso, y que nadie, ni a izquierda ni a derecha, ni en el Parlamento español ni en el Europeo, ni en la prensa ni en la calle, le pregunte qué ha hecho, por orden de quién, con cargo a la cuenta de quién y con qué resultados. Ni siquiera, como la zapatera prodigiosa de Lorca, le deseamos a este Zapatero la Inquisición ni los templarios de Roma, que una vez recordó con tino Aquilino Duque. Pero, señor mío, dé una explicación a los que seguimos perplejos por que usted, sea o no un bobo solemne, siga interviniendo en cosas serias en España y fuera de ella.

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