Marilú Álvarez, la nueva directora del colegio Highlands El Encinar de La Moraleja —el centro madrileño en el que se produjeron los presuntos abusos sexuales a menores denunciados por seis padres de alumnas de primero de Primaria— ha emitido un comunicado este lunes para presentarse ante la comunidad educativa y entonar el mea culpa. A lo largo del texto, la docente (consagrada del Regnum Christi, rama femenina de los Legionarios de Cristo), pide perdón por los "errores" que ha cometido "esta familia de la que formo parte".
Álvarez, que ejercía como instructora de formación de Bachillerato en Highlands El Encinar hasta que asumió la dirección del colegio, reconoce que —entre otras cosas— se equivocaron al no actuar "ante las inquietudes de quienes pedíais la salida de nuestro ex capellán por su pasado vinculado a Marcial Maciel". Los padres de un buen número de alumnos presentaron sus quejas en 2023 al conocer que el padre Marcelino, que llegó al centro en septiembre de 2022 y ahora ha sido acusado de agresión sexual a seis niñas de entre 6 y 7 años, las agresiones sexuales denunciadas— fue la persona de confianza del reconocido pederasta.
Muchos padres no entendieron que la dirección del centro mantuviera al cura Marcelino como capellán a pesar de las protestas de los padres, sobre todo teniendo en cuenta que esta situación ya se había producido anteriormente en otro colegio de la misma congregación en Madrid. El sacerdote segoviano llegó a Highlands Los Fresnos (Boadilla del Monte) en 2010 y fue trasladado en 2015, después de que el portal Infovaticana publicara un artículo sobre su pasado cercano a Maciel —acompañándole en sus últimos años de vida y llegando convivir con su familia (su última amante y la que hija que tuvo con ella)— y las familias se quejaran.
También admite Álvarez que se ha salido "tarde y mal al encuentro y sufrimiento de las personas que habéis denunciado hechos muy graves", en alusión a los padres de las víctimas de los presuntos abusos del padre Marcelino, que han expresado su malestar por la gestión que se ha hecho desde el centro a partir de que la dirección fue conocedora de la detención de su capellán y los delitos de los que se le acusa. Especialmente por no haberse puesto en contacto con ellos para interesarse por el bienestar de las pequeñas y por intentar "silenciarles" —señalaron en declaraciones a Libertad Digital— con algunas de las medidas adoptadas.
Cadena de errores
No obstante, lo que más indigna a los padres es que —más allá de la inquietudes que hubieran podido expresar los padres hace dos años— la dirección del centro era conocedora de que el sacerdote denunciado ya había tenido comportamientos que se podrían tachar de impropios, como hacer regalos a los menores. Algo por lo que —reconoció el anterior director del colegio, Jesús María Delgado— fue "corregido" en varias ocasiones. Pero, según las diligencias policiales recogidas en el sumario, el cura hizo caso omiso a las llamadas de atención de su superior y habitualmente daba caramelos y juguetes a los pequeños.
Álvarez lamenta "no haber hecho cumplir con determinación el código de conducta" del colegio, ya que éste prohíbe que los trabajadores y voluntarios que pasan por el centro den obsequio alguno a los alumnos. Algo que, admite, le lleva a pensar que la familia a que menciona "no ha asumido todavía todas las lecciones de nuestra historia" y esto ha "generado más sufrimiento". Aunque, como el anterior director, no menciona los abusos perpetrados por Marcial Maciel. El fundador de los Legionarios de Cristo —del que renegaron públicamente en 2010— ha sido borrado de la historia de la congregación y nadie pronuncia su nombre.
¿Qué van a hacer?
La consagrada es —dice— "consciente de los tiempos duros y complejos por los que atraviesa nuestro colegio, y de la consternación que tenemos todos por las graves acusaciones que han salido a la luz". "Nos han conmocionado y tambaleado", añade al tiempo que señala su "compromiso con la verdad, la justicia y la sanación de nuestra institución". "Que todo salga a la luz, porque solo en la luz va a poder sanar", sentencia. Les anima también a colaborar parar "seguir recuperando la normalidad, asumiendo las lecciones aprendidas y las que nos queden por aprender. Debemos centrarnos en vuestros hijos, nuestros alumnos".
"El día que acepté la dirección del colegio", explica, "me vino a la mente la imagen del método japonés de reparación que restaura con oro la vasija rota, y sin esconder sus fracturas, obtiene una pieza aún más bella que la original". "Podremos ser una comunidad con la fuerza, la esperanza, la humildad y energía de lo profundamente herido y poderosamente sanado", señala.
¿Es suficiente?
Llama la atención que la nueva directora en ningún momento hace referencia a la reparación del daño realizado tanto a las víctimas como a su familias, haciendo hincapié en "hacer un Highlands y una sociedad mejor". Tampoco anuncia ninguna medida que pueda corregir el peor de los errores que se habrían cometido por parte del centro educativo en relación a este caso, ya que —si no se hubiese dado— el capellán no podría haber cometido los abusos sexuales que han sido denunciados: los fallos en la vigilancia de las menores.
Algo que queda patente en las grabaciones de las cámaras de seguridad del colegio, cuyas transcripciones y capturas forman parte del sumario del caso al que ha tenido acceso Libertad Digital. El padre Marcelino pasaba tiempo a solas con las niñas sin que nadie se percatara de ello, en una zona en la que —según las imágenes analizadas— no hay presencia de ningún otro adulto que pudiera estar ejerciendo de cuidador.