Tenía que llegar el eufemismo. En los Estados Unidos no se puede decir de nadie que sea negro; en su lugar, es “de color”. Como si el blanco no fuera un color. En España hemos importado la nueva expresión hipócrita. También sirve la de “subsaharianos” por no tener que decir “negros”. En cuyo caso, los españoles indígenas, seríamos “nordsaharianos”, que es como no decir nada. ¿Qué pasa entonces con los canarios, en el paralelo del Sahara? A mí me gusta más lo de “subpirenaicos” para los españoles todos. Admito lo “de color” para los negros, con tal de que sea un apócope de la frase entera: “de color negro”.
Por un lado, la hipocresía de evitar la mención de las razas. Pero por otro sigue funcionando la atribución étnica como una forma de insulto. El otro día en una charla que di en una facultad de la Complutense, se levantó un ejemplar del estudiante progresista para preguntar: “¿Qué se puede hacer con un Gobierno de cafres?” Se refería al Gobierno de Aznar, claro está. Mucho progresismo, pero “cafres” son los naturales de una tribu africana. Luego la utilización de “cafres” como un insulto es un miserable acto de racismo.
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