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Amando de Miguel

Modas léxicas

Varias veces tengo dicho aquí que lo de emplear unas u otras formas léxicas es como llevar unas u otras prendas de vestir: lo determina la moda. No existe una vestimenta definitiva, como no hay una forma fija de hablar. Claro que uno puede ponerse prendas ridículas o puede utilizar palabras altisonantes o degradadas. Pero todo es cuestión de gusto.
 
Una moda reciente de la gente instruida es la de recurrir a la expresión “estamos hablando de”. También abunda mucho ahora lo de “estar a la altura de” (las circunstancias, las expectativas, las obligaciones, etc.). Se apela demasiado a la cláusula “como no puede ser de otra manera”. No es que sean expresiones incorrectas. Es su abuso lo que choca y acaba por mustiar un poco la necesaria frescura del lenguaje.
 
Andrés Rebuelta Melgarejo se maravilla de que se prescinda del artículo en expresiones como “el Real Madrid ha empatado contra Osasuna”. Yo dijera más bien “con el Osasuna”, peor la jerga deportiva es muy caprichosa. La eliminación del artículo en “Osasuna” (palabra emparentada con “salud” en vascuence) quizá se deba a que los vascos se ahorran bonitamente los artículos. Así, dicen “ETA” y no “la ETA”. Pero la moda es general. La secretaria que contesta la llamada te dice ahora: “Le pongo con dirección”, no “le pongo con el director”, que sería lo propio.
 
Pepe Cortina, desde Los Ángeles (California), se maravilla de esa moda de llamar “monovolumen” a un coche un poco más grande o con el espacio mejor aprovechado. La cosa procede seguramente de la jerga de los arquitectos, que ahora reducen al mínimo las divisiones internas de un edificio o de un local. Es una consecuencia de la doctrina minimalista, una moda ya veterana.
 
Daniel Guerrero Ramos dice que no le gusta mi opción de “currículos” (por favor, con tilde) como plural de “currículum” (también con su acentito). Por lo mismo, es más elegante decir “referendos” como plural de “referéndum”. Lo de “currícula” y “referenda” me parece un exceso de cultismo y acaramelamiento. Vaya palabreja. Don Daniel me pregunta por la diferencia entre “temporización” o “temporalización” de los programas escolares. No he encontrado esos términos en los diccionarios al uso, ni siquiera en el estupendo Léxico de enseñanza de Mariano Arnal. El lexicón de Seco y colaboradores admite “temporización” como un término de la Electrónica: retraso intencionado en el funcionamiento de un aparato. Podría aplicarse de modo parecido a los programas de la enseñanza. Desde luego, lo de “temporalización” horroriza un poco; razón suficiente para sospechar que va a ser la palabra que se imponga.
 
José Luis Martín Tordesillas pronostica que están contados los días en que podamos seguir haciendo los bellísimos plurales en –íes: esquíes, marroquíes, iraníes, etc. Lo siento de veras. A mí nadie me va a quitar el gusto de poder decir “alhelíes”. Ya sé que hay altos cargos que recalcan lo de “marroquís”, pero allá ellos. Marcos González-Cuevas, de Logroño, arguye que es un caso perdido lo de mantener el plural en –íes. “Me da en la nariz que usted no es un gran practicante del esquí”, me señala para explicar que siga yo apegado a lo de “esquíes”, en lugar de “esquís”. Por lo mismo, sospecho que don Marcos carece de talhalíes para llevar las herramientas y otros trebejos con los que hacer arreglos domésticos. Yo no dispongo de esquíes pero sí de talhalíes con la función indicada. Vaya lo uno por lo otro.
           
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