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No sé que tienen en la cabeza los políticos cuando dicen estas cosas. Aún no se han apagado los ecos de las risas producidas por aquella declaración de Al Gore, en la que aseguraba haber creado Internet, cuando nuestras representantes públicas han decidido otorgarse, en un alarde de modestia, la responsabilidad de la existencia de la telefonía móvil. Ni más ni menos.

Me pregunto si de verdad se lo creerán ellas mismas. Porque digo yo que hay que estar muy convencido de semejantes tonterías como para decirlas en voz alta, con luz y taquígrafos. Vamos a ver, señora Mato, ¿ha inventado el Gobierno la telefonía móvil, el WAP, el GPRS? ¿Ha puesto el gobierno alguna antena de telefonía? ¿Ha vendido algún móvil? ¿Ha puesto anuncios en televisión ofreciendo el servicio? Así pues, ¿no habrán sido, quizá, las empresas del sector las que lo han impulsado y no la señora Birulés?

Pero una cosa es cierta; al contrario que en Internet, ahí al menos no ha molestado en exceso. Lo que nos lleva a la siempre peligrosísima cuestión sobre la necesidad real de tener políticos metiendo la nariz en terreno que no es de su competencia. No deja de ser curioso que los campos que más han crecido en los últimos años hayan sido aquellos que, por su naturaleza novedosa, menos intervencionismo estatal han padecido.

Claro, ahora caigo. Esa es la causa por la que debemos rendir pleitesía. Han procurado, en la medida de lo posible, resistir las ganas de entrometerse. De hecho, están llevando a cabo una política tan liberal que ni siquiera se gastan el presupuesto asignado al celebérrimo Plan Info XXI. Birulés gratias.


Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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