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EDITORIAL

El PSOE necesita algo más que un cambio de líder

Será difícil que el PSOE, al margen de su nuevo director de orquesta, vaya a encontrar algo mucho más importante: una nueva partitura.

Aunque Zapatero y la actual dirección del PSOE parecen decididos a agotar la legislatura haciendo caso omiso a la demanda de cambio que reclaman tanto las urnas como la crítica situación del país, lo cierto es que cada vez son más numerosas y más altas las voces que piden desde dentro del Partido Socialista la urgente celebración de unas primarias o de un congreso que designe cuanto antes a su nuevo líder.

Aunque algunos diputados socialistas no se atrevan a salir de su anonimato para pedir a Zapatero "que se vaya de una puta vez", lo cierto es que desde dentro del PSOE crece el malestar contra la actual dirección que sigue autista ante el varapalo electoral. La muestra más clara del malestar y de las prisas por darle el finiquito a Zapatero la ha protagonizado el lehendakari Patxi López, quien, en nombre del PSE, ha reclamado la celebración de un congreso que exigiría la dimisión de toda la actual dirección socialista. De celebrarse este cónclave socialista, se aparcaría también el proceso de primarias, pues lo lógico es que quien salga elegido secretario general del PSOE sea también su candidato a la Presidencia del Gobierno.

En cualquier caso, no le falta razón a López cuando señala que "la respuesta a lo sucedido este domingo no pueden ser sólo unas primarias sin proyecto. Lo primero que hay que decidir es qué queremos ofrecer y luego decir quién abandera el proyecto". Ciertamente, el PSOE necesita algo mucho más prioritario e importante que un cambio de líder, como también lo necesita España. El PSOE debe abandonar el radicalismo ideológico y la deriva nacionalista de la era Zapatero. Debe volver a ser un partido auténticamente nacional, con sentido del Estado y para el que la nación no sea un "concepto discutido y discutible"; un partido que abandone su sectarismo y su guerracivilismo para ser capaz de llegar a acuerdos con el otro gran partido nacional para hacer frente a la crisis económica y al nuevo envite nacionalista que se nos viene encima en el País Vasco. Ni Carme Chacón, que no deja de ser una inconsistente criatura de Zapatero, ni Rubalcaba, que aúna en él lo peor del felipismo y del zapaterismo, son ejemplos de la profunda transformación que requiere el PSOE por su propio bien y por el de España.

Será difícil que los socialistas, al margen del nuevo director de orquesta, vayan a encontrar algo mucho más importante: una nueva partitura. Pero, desde luego, si de algún modo no lo van a encontrar es haciendo como si aquí no hubiera sucedido ni siguiera sucediendo nada.

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