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EDITORIAL

Jaque al Rey

Cuanto más tarde el Rey en tomar una decisión acorde a la gravedad de este asunto, mucho peor para la institución y para España.

La declaración de Diego Torres ayer ante el juez instructor del "Caso Nóos" implica muy seriamente a la Casa del Rey en las operaciones presuntamente delictivas montadas por el acusado y su entonces socio, el yerno del Rey Iñaki Urdangarín. Al contrario de lo que decidió hace un año, esta vez Diego Torres sí se ha avenido a prestar declaración ante el juez de Palma encargado del caso, aportando además numerosa documentación para justificar los extremos sobre los que se ha pronunciado.

Según Torres, la Casa Real no sólo estaba al tanto de los chanchullos maquinados por él y Urdangarín, sino que fue de hecho una pieza esencial para poder llevar a cabo los enjuagues con distintas administraciones, destinados a enriquecer a los dos socios a cuenta del erario público. No sólo eso, Torres ha depositado en el juzgado abundante documentación que probaría de forma indubitable el papel activo de la infanta Cristina en esta trama delictiva, gracias a la cual la hija del Rey y su marido multiplicaronel valor de su patrimonio.

Se podrá argüir que todo esto no es más que el fruto de la declaración de un imputado, que busca desesperadamente salir del atolladero aprovechándose de la notoriedad de sus antiguos socios a través de una especie de chantaje. Podría entenderse así si el relato de Diego Torres estableciera conexiones disparatadas o contrarias al más prudente sentido común, pero sucede que todo lo contado por Torres al juez es perfectamente coherente con el correlato de los hechos conocidos, que el juzgado considera indubitables a la luz de las pesquisas realizadas hasta el momento.

Así pues, nada más natural que la Infanta Cristina estuviera al tanto de las gestiones del Instituto Nóos, como asegura Torres, dada su condición de vocal miembro de la junta directiva, de jefa del abogado de la Casa Real que actuaba en el Instituto como tesorero y de socia al cincuenta por ciento, junto a su marido, de la sociedad utilizada para vaciar las cuentas de la entidad sin ánimo de lucro de la que, además, era la persona encargada de dar fe respecto a todas las decisiones adoptadas.

La implicación directa de la hija del Rey y su marido en la trama urdida para malversar fondos públicos, hace que las acusaciones de Torres sobre el papel de la Casa Real como institución "conseguidora" de contactos y negocios del Instituto Nóos encaje perfectamente como la pieza central de este puzzle. Otrosí sucede con la participación de la "amiga íntima" del Rey, Corinna Sayn-Wittgenstein, intentando colocar a Urdangarín en determinadas instituciones de prestigio europeo "con un buen sueldo", tras abandonar siquiera formalmente el entramado Nóos a sugerencia de unos responsables de la Casa del Rey que a esas alturas debían estar ya más que escandalizados.

Tras las declaraciones del ex socio de Urdangarín y la documentación que ha aportado al juzgado, la Casa del Rey ya no puede mantenerse al margen como si todo fuera un asunto privado de uno de uno de los miembros menos preeminentes de la Casa Real. Muy por el contrario, las implicaciones de todo este asunto afectan directamente al Rey, convertido en un "conseguidor" más de la pareja para colaborar a su enriquecimiento a costa del dinero de los ciudadanos.

Cuanto más tarde en tomar una decisión acorde a la gravedad del desprestigio en que está sumiendo a la Corona, mucho peor para la institución y, sobre todo, para España. De su sentido de Estado cabe esperar que no actúe cuando la situación sea ya irremediable.

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