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Emilio Campmany

La izquierda, báculo de Rajoy

Aznar quiere volver. No sólo para satisfacer una resucitada ambición política, sino para ejecutar el programa de gobierno de su partido.

Aznar quiere volver. No sólo para satisfacer una resucitada ambición política, sino para ejecutar el programa de gobierno de su partido.

Aznar quiere volver. No sólo para satisfacer una resucitada ambición política, sino para ejecutar el programa de gobierno con el que su partido venció en las elecciones, pendiente de cumplir por quien las ganó con él. Y por arte de birlibirloque han empezado a producirse filtraciones sobre los desmanes económicos del PP en la época de Aznar. Es como si Rajoy fuera hoy un Sansón furioso y ciego dispuesto a tirar abajo el templo filisteo que a todos cobija, y que es el partido, con tal de impedir que le muevan la silla. No sé. Le falta fuerza para ser Sansón, pero es obvio que las declaraciones de Nasarre y las filtraciones sobre Blesa, la boda de Agag y los pagos para sufragar la vivienda de Aznar no son fruto de la casualidad.

Ahora, si la reacción de Rajoy tiene tintes suicidas, no menos interesante ha sido la de la izquierda, los sindicalistas y los nacionalistas. Ramón Jáuregui ha recuperado inopinadamente la fe y ha apelado a lo más alto exclamando: "Dios no lo quiera". Cándido Méndez ha recurrido al refranero y ha dicho que "nunca segundas partes fueron buenas". El mejor ejemplo es él, que nunca ha dado lugar a tener que volver porque nunca se marchó desde que fue elegido secretario general de la UGT en tiempos de Felipe González. Duran i Lleida se ha puesto tierno y ha dicho que Rajoy no se merece lo que le ha hecho Aznar. El más sincero ha sido el comunista Joan Coscubiela, que directamente ha salido en defensa de Rajoy y de su política, la de subir los impuestos. Y Coscubiela la defiende porque no tiene otro remedio que hacerlo porque es la suya, la de los comunistas. Lo ha hecho además diciendo lo que luego poco más o menos ha repetido el ministro de Hacienda: es una barbaridad pretender bajar los impuestos en un momento en que España tiene un déficit fiscal de diez puntos del PIB. Receta de izquierdas para resolver una crisis agravada por políticas de izquierdas.

Aznar ha tenido la virtud de exponer a la opinión pública el verdadero rostro de la política de Rajoy al criticarla públicamente con el programa del partido en la mano. Al hacerlo, quienes salen en su defensa no son los diputados del Grupo Popular, ni los barones en las distintas comunidades autónomas, ni siquiera los ministros, con la salvedad de Montoro. Quien ha salido a defenderla es un comunista. Tan de izquierdas es, tan cargado está de razón Aznar al criticarla, que el propio Rubalcaba, que ha tardado 24 horas en reaccionar, ha confesado su espanto ante la posibilidad de su vuelta para tener que aclarar inmediatamente que eso no significa que esté de acuerdo con las políticas del Gobierno. Es posible, pero lo que es obvio es que está más de acuerdo con Rajoy que con Aznar. Una razón más, y de mucho peso, para desear que el expresidente vuelva.

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