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José García Domínguez

El Padrino

Si al pato presunto se refiriesen ciertos pájaros confesos ora como "L.B.", ora como "Luis El Cabrón", inferirá dogmático el de Pontevedra que asistimos a eruditas alusiones al controvertido reinado de Luis II de Baviera.

Confirmado: si anda como un pato, nada como un pato y suena como un pato, para Mariano Rajoy se tratará de una vaca suiza. Por lo demás, si al pato presunto se refiriesen ciertos pájaros confesos ora como "L.B.", ora como "Luis El Cabrón", inferirá dogmático el de Pontevedra que asistimos a eruditas alusiones al controvertido reinado de Luis II de Baviera. Igual que ante un pedazo corto de tripa relleno de carne de puerco, picada y adobada antes de ser curada al humo, sentenciaría lacónico: "He ahí, amigos y amigas, la suprema forma canónica de una suculenta ensalada de remolacha". En fin, allá el registrador con las oscuras hipotecas subprime que graven sus entendederas.

A mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, recuerdo que la pobre Carmen Romero solía recomendar a los jóvenes del partido que viesen El Padrino si querían hacer carrera dentro de la organización que dirigía su por entonces marido. Algunos, los que se quedaron, obedecerían el consejo con diligencia. De ahí que, años después, fuesen precisamente ellos los llamados a honrar con una silla en la Ejecutiva del PSC a cierto convicto por delitos comunes, Josep Maria Sala, un ex presidiario condenado por extorsionar a empresarios para financiar a la gran familia socialista.

Al respecto, el sagaz Miquel Iceta publicaría en El País "Un inocente en prisión", cínica vindicación del baranda de Filesa en la que, de paso, revelaba al mundo las inopinadas servidumbres del aforamiento senatorial. Pues, como es sabido, Sala también resultó agraciado por sus superiores con las delicias de un escaño en la Cámara Alta. Así, glosando la agria sentencia contra su jefe y mentor, argumentaba un inconsolable Iceta:

"Un error de bulto como éste [la sentencia condenatoria] podría haber sido objeto de recurso ante un Tribunal de Justicia Superior, pero el aforamiento de Josep Maria Sala obligó a que el juicio se desarrollara en el Tribunal Supremo, y la propia sentencia señala que contra ella no cabe recurso judicial alguno". Tome nota presto nuestro Luis II de Baviera de aquella horrible violación de los derechos humanos de la que fuera víctima el compañero Sala. Y todo por no haber sabido renunciar a la inmunidad parlamentaria antes de ser juzgado. Venga, ánimo, que aún estamos a tiempo de no repetir idéntica equivocación, "L.B.".

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