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Pablo Molina

'Nein, Herr Rajoy'

Disfrutemos de este fin de semana. Probablemente el último antes de que nos convirtamos oficialmente en un país rescatado.

Que dice la Merkel que nein. Nada de recapitalizar directamente a la banca española, al menos hasta que no transcurra un periodo prudencial, pongamos un año, que es justo el tiempo que falta para las elecciones legislativas alemanas, a las que el partido de Frau Angela Dorothea va a concurrir con expectativas manifiestamente mejorables. Esto es lo que hay, por más que el Gobierno de España haya calificado de éxito la reunión del Consejo Europeo; éxito que las declaraciones posteriores de Merkel han puesto en entredicho...

Los deseos del Gobierno de que la UE inyecte dinero a la banca española sin pasar por un rescate soberano cuentan además con el impedimento añadido de que esa futura unión bancaria tendrá que ser aprobada de manera unánime por todos los países del euro, y en muchos de ellos, empezando por Alemania, por los respectivos parlamentos. O sea, que por más fácil que Rajoy viera la cosa tras la cumbre europea del pasado verano, al rescate light dirigido a la banca le quedan todavía muchos obstáculos por superar.

Lo peor es que la Merkel, con esa mentalidad tan prusiana que no deja nunca cabos sueltos, ha aclarado sin que nadie se lo pidiera que tampoco habrá inyecciones bancarias con efectos retroactivos, así que hasta que Rajoy no solicite formalmente el rescate aquí no va a llegar un solo euro, más allá de los varios miles de millones que todos los españoles hemos desembolsado ya sin que nadie nos preguntara al respecto.

Ahora de lo que se trata es de apretar a los socios europeos para que no exijan condiciones adicionales a un rescate al que estamos formalmente abocados. La otra alternativa, magníficamente explicada por Juan Ramón Rallo en el diario económico de referencia mundial, y de la que el Gobierno no quiere oír hablar, es hacer que los acreedores de nuestra banca salden sus deudas transformándolas en participaciones de las entidades. Como las preferentes que las cajas de ahorro colocaron a los incautos, pero sin trapacerías y con la posibilidad de venderlas en cualquier momento, para que no haya malentendidos.

Discusiones teóricas al margen, lo único cierto es que el Gobierno tendrá que solicitar oficialmente el rescate al objeto de ingresar los 40.000 millones que la banca necesita para reflotarse. Mala cosa para un político, el quedar señalado como gobernante rescatado, a tenor de la suerte que corrieron los líderes europeos que tuvieron que pasar por el mismo trance.

En todo caso, hasta el lunes –como mínimo– no se sabrá nada de nada, que este domingo hay elecciones y no es cosa de arruinar las expectativas del brioso Feijóo y el triunfal Basagoiti. Disfrutemos, pues, de este fin de semana. Probablemente el último antes de que nos convirtamos oficialmente en un país rescatado.

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