Leí en Buenos Aires en La Nación una extensa entrevista con José Nun, secretario de Cultura de la Nación y conocido intelectual argentino. Aparte de una reveladora irritación hacia la prensa libre, el profesor Nun subraya una invención del progresismo, a cargo de doña Cristina Fernández de Kirchner: "el modelo social de acumulación".
Un camelo marxistoide de estas proporciones difícilmente brotará de una constatación real, y es más probable que lo haga desde una caricatura. Es el caso del doctor Nun, para el cual "hemos vivido en la Argentina durante años bajo la égida de un neoliberalismo feroz, de acuerdo con el cual el mercado es el mejor regulador de la vida social". Conveniente ficción, vestida además para la ocasión con los adjetivos adecuados, como "feroz".
Si no nos tomamos a Nun en solfa, es decir, si generosamente pensamos que no está haciendo propaganda con propósitos distorsionadores sino que está formulando un diagnóstico objetivo, y si actuamos como analistas serios y pasamos por encima de etiquetas y adjetivos, entonces aquí hay un problema. Porque si lo que dice tiene algún sentido, en la Argentina debió suceder que la libertad hubo de avanzar considerablemente, que las relaciones económicas y sociales hubieron de basarse sobre todo en la voluntariedad y los contratos libres, y que el peso del Estado tuvo por lógica que reducirse de manera notoria y marcada. Si esto no sucedió, lo de Nun es una filfa.
Y por supuesto que no sucedió. El peso de las administraciones públicas no sólo no se redujo, sino que el desenlace de la "neoliberal" época de Menem fue que subieron el gasto público, los impuestos y la deuda pública ¡a la vez!
Con estas bases tan endebles, se comprende que cuando le toca al profesor Nun definir qué es esa cosa del "modelo social de acumulación", da una respuesta no precisamente precisa: "Lo que la Presidenta estaba planteando es que debemos debatir nuevamente cuál es el modelo social de acumulación que queremos."
