Naturales o artificiales, la realidad es que las flores y las plantas aportan vida, luz y pureza allá donde están. Por eso, su uso como elemento decorativo es básico en los hogares desde hace siglos. El secreto es saber adaptarlos a cada época, momento y estilo. Ya sea en macetas, objetos, paredes o muebles, las flores son una apuesta segura que llenarán de color y frescura nuestro alrededor.
Su combinación con piedras, algas, arena o incluso agua nos permitirá conseguir un efecto natural redondo. De ahí el acierto de colocar un tallo de bambú en un jarrón transparente de forma alargada y cubrirlo de agua o piedras de río o de colores. También puedes trasladarlo a un modelo artificial simplemente cambiando el bambú por una flor de plástico o resina y cubriéndola sólo con las piedras o gravilla. Este tipo encaja a la perfección con las líneas sencillas y limpias del estilo minimalista.
Pero no sólo los jarrones pueden convertirse en pequeños ecosistemas decorativos. Así, un bol o una pecera de cristal, copas e incluso una bombilla, pueden ser un receptáculo idóneo para flores y plantas. Si apostamos por la naturalidad, entonces es recomendable el uso de plantas resistentes y con escasa necesidad de cuidados, como las suculentas o los cactus. En cambio, si preferimos algo menos delicado, además de la flora de materiales plásticos, podemos emplear flores secas. Sólo necesitas dejar secar unas flores naturales boca abajo - si queremos mantener la flor intacta - o bien dejar secar sólo los pétalos. Con esta última opción ampliaremos las posibilidades ya que podremos mezclar más colores y formas.
¿Y qué tal si trasladamos las flores a las paredes? Esto es posible gracias a los vinilos y los cuadros. Los primeros consiguen convertir los muros de nuestro hogar en auténticos lienzos, además de permitir líneas más modernas con los originales diseños que abarca esta adhesiva técnica decorativa. Los cuadros, por su parte, se transforman en muestras del aire libre, pero a escala. Basta un marco de madera y un cristal transparente para colocar en su interior alguna flor artificial. En caso de aquellos afortunados que cuenten con un jardín exterior o una casa rural, pueden tomar plantas del entorno - secarlas si es necesario - y enmarcarlas.
Sea cual sea tu elección, recuerda la importancia de los colores y la claridad de la estancia. De esta forma, aquellas con menos iluminación encontrarán en las flores blancas o de colores claros un aporte de luminosidad. Asimismo, es recomendable tener en cuenta la estación del año e intentar combinar los colores cálidos como los rojos, naranjas y amarillos en invierno para conseguir un tinte de calidez, mientras que en verano podemos conseguir un aire de frescura con los colores fríos, como azules, violetas y verdes. Ahora la elección depende de ti.