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Agapito Maestre

La filosofía de don Marcelino

Gracias a su trabajos sobre nuestros místicos, teólogos y filósofos hemos podido entender bien la historia de nuestra literatura.

Gracias a su trabajos sobre nuestros místicos, teólogos y filósofos hemos podido entender bien la historia de nuestra literatura.
Menéndez Pelayo y Galdós, escritores. | LD

Espoleado por los insultos proferidos por un profesor de "filosofía" contra don Marcelino, el doctor Cidad se ha sumergido en la lectura de su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en 1891, titulado De los orígenes del criticismo y del escepticismo y especialmente de los precursores españoles de Kant. Busca argumentos para responder a las calumnias contra el sabio. Los hallará con facilidad. La valía especulativa de este texto y, especialmente, la noción de escepticismo que aquí defiende soportan buena parte de su filosofía. El espíritu filosófico de don Marcelino tiene en este discurso una de sus mejores versiones. Pero, antes de nada, el amigo Ángel trata de captar en pocas líneas ese espíritu filosófico esparcido por toda su obra. Quiere responder con sencillez la siguiente cuestión ¿cuál es la filosofía de don Marcelino?, o mejor, ¿cuál es su principal aporte? Si buscamos el más universal y radical, sistemático y permanente, durante toda su trayectoria intelectual, yo me atrevería a decir que gracias a su trabajos sobre nuestros místicos, teólogos y filósofos hemos podido entender bien la historia de nuestra literatura. Es inviable la historia de la literatura española sin la historia de la filosofía.

He ahí su especial contribución a la filosofía española de nuestro tiempo. Fue el filosófico programa desarrollado por Menéndez Pelayo durante toda su vida. Es imposible desligar la filosofía española de nuestra literatura. Si alguien quiere sintetizar su filosofía, deberá empezar por estudiar la levadura filosófica que le pone a esa vasta y portentosa reconstrucción histórica que comenzó en la Ciencia española y terminó en las Ideas estéticas, después de haber pasado por esa enciclopedia del saber sobre España que son sus Heterodoxos y los estudios de crítica histórica y literaria. Naturalmente, cien maneras existen de tratar su filosofía y su aportación a la crítica literaria e histórica. Quizá haya tantas formas de abordar su filosofía como críticos ha tenido su obra. Pero pocas acertarán a mostrar su originalidad, la urdimbre que soporta su verdad, si prescinden de esa grandiosa intuición: la creación literaria jamás se entenderán sin la filosófica y viceversa.

La incomprensión, o peor, el ataque explícito, o velado, sistemático a esa "idea" por parte de las generaciones posteriores a don Marcelino constituye una de las mayores tragedias de la cultura española contemporánea. Por ejemplo, nada quiso saber de esta cuestión Ortega, o mejor dicho, atacó sistemáticamente la forma de plantearla don Marcelino. El filósofo madrileño quería romper definitivamente con don Marcelino. Nunca Ortega hubiera suscrito el elogio que le dedicó Clarín: "Sí, dígase alto, para que lo oigan todos: Menéndez Pelayo comprende y siente lo moderno con la misma perspicacia y grandeza que la antigüedad y la Edad Media; su espíritu es digno hermano de los grandes críticos y de los grandes historiadores modernos"1. Tampoco Ortega vio con buenos ojos, o mejor, ni siquiera reparó en la lectura que hicieron de la obra de Menéndez Pelayo varios autores de su generación. Valgan recordar las semblanzas filosóficas de Eugenio d´Ors, Luis Araquistain y Gregorio Marañón en contraste con el "sentir" despreciativo de Ortega. Pero de eso tratamos en la próxima entrega.

1 Clarín: Folletos literarios. Un viaje a Madrid. Madrid, 1886. Cfr. Los sugerentes y certeros los comentarios a este texto de BONILLA SAN MARTÍN, A.: Menéndez Pelayo (1856-1912). Boletín de la Academia de la Historia. Madrid, 1914, págs. 116 y 117. ENTRAMBASAGUAS, J.: "Una semblanza de Menéndez Pelayo, por "Clarín". R. de Filología, Madrid, 1952, págs. 23 y ss.

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