Esta semana nos vamos a los suburbios franceses con Los indeseables, la segunda película del director francés Ladj Ly que con su primera película Los Miserables, una reinterpretación bastante libre de la obra de Víctor Hugo, consiguió premio en el Festival de Cannes, en lo Premios César, los Goya franceses, y fue nominada en los Oscar. El director francés se ha criado y vive en uno de esos suburbios, de padres de origen africano. De Mali concretamente. Él asegura que en sus películas muestra la realidad de su barrio.
Los indeseables comienza de una forma muy potente, nos adentramos en un velatorio en el salón de una casa de uno de estos suburbios. En una secuencia de 4 minutos cargada de tensión vemos cómo descienden como pueden el ataúd por las escaleras ya que no funciona el ascensor. Seguidamente vemos la ceremonia de derribo de una de estas grandes moles de viviendas típicas de los suburbios para dar paso a una remodelación del barrio. El alcalde tras pulsar el botón que detona los explosivos muere de un infarto. Dos muertes muy diferentes que provocarán una serie de consecuencias.

Los altos mandos del partido pondrán a un médico como sustituto porque es el único que tiene las manos limpias. Éste cogerá pronto el gusto por el poder e irá mucho más lejos que su predecesor en la reforma del barrio. Una joven de origen africano y musulmana que trabaja en una ONG y en el ayuntamiento será la cara visible de este barrio por las discriminaciones. Ella encarna la vía de cambiar las cosas desde la política mientras otro joven, con estudios pero sin trabajo, representará la frustración y la vía de la violencia.
A diferencia de Los Miserables donde el director no contaba con mucho presupuesto pero supo hacer de la necesidad una virtud, con cámara al hombro le dio a la película un tono muy realista, casi de reality, que impresionó. En esta ocasión cuenta con más medios, se nota, y los sabe usar bien.

El problema que tengo con el cine de Ladj Ly es su maniqueísmo. Le pasaba en cierto sentido en Los Miserables, donde hablaba de la brutalidad policial, y en la película de Netflix Atenea en la que firmaba el guión. Ahora en Los indeseables pasa de puntillas sobre asuntos como la inseguridad ciudadana en esos barrios y a los problemas de violencia siempre busca la responsabilidad fuera de los mismos y de sus habitantes. Los políticos, la extrema derecha, la policía… todos son culpables y los habitantes de esos barrios angelitos.
Con esta visión maniquea de la realidad, siempre mucho más compleja, hace que no termine de conectar nada con su cine ya que le veo las trampas para emocionar a los que sí, y son muchos, se entregan con entusiasmo a sus películas. Por ejemplo, durante un desalojo en plena noche de Nochebuena y con el alcalde in situ, todo muy verosímil, los policías pisotean los juguetes de los niños.
En varias entrevistas el director asegura que responder con violencia no está bien pero, siempre hay un pero, según él puede servir. Es decir, la justifica. Director que pide en varias entrevistas que haya una revolución en Francia. Una pena que una película que podría haber puesto el foco, en un momento en el que el partido de Marine le Pen se ha convertido en el más votado en Francia en las europeas, sobre este tipo de barrios y sus problemas.


