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Pedro de Tena

'El cambio andaluz': una visión crítica sobre cómo perdió el poder el PSOE de Susana Díaz

La editorial Almuzara publica un libro que da paso a una autocrítica socialista a pesar de sus sombras.

La editorial Almuzara publica un libro que da paso a una autocrítica socialista a pesar de sus sombras.
Susana Díaz, durante un mitin del PSOE | @PSOE
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El cambio andaluz. Cómo perdió el poder el PSOE de Susana Diaz es el título del libro que, gracias a la editorial Almuzara, acaba de publicar —la tinta está aún caliente y los hechos recientes hasta tiempos muy próximos—, el periodista Juan Manuel Marqués Perales. El libro se esperaba con gran interés tanto por el perfil biográfico del autor como por su tema central en un momento, además, en el que se celebrarán nuevas elecciones generales el próximo 10 de noviembre.

El autor, Marqués Perales, además de periodista y analista político del grupo Joly —grupo que edita Diario de Cádiz y otras cabeceras en varias provincias andaluzas—, está ligado familiarmente al clan socialista de Alcalá de los Gazules (Cádiz), uno de los clanes más poderosos del PSOE bajo la batuta directa de los primos Alfonso Perales Pizarro y Luis Pizarro Medina con la supervisión general de José Rodríguez de la Borbolla, primero, y de Manuel Chaves, que los encumbró definitivamente, después.

El padre de Alfonso Perales se casó dos veces y, por resumir, su hija, Margarita Perales Delgado –hermanastra pues del patriarca histórico del clan socialista de Alcalá, Alfonso Perales Pizarro—, se casó con Ildefonso Marqués Clavijo, un "obrero del márketing" como se llamaba a sí mismo, que pasó de Villamartín (Cádiz) a la "tacita de plata" a trabajar en el grupo Joly, del que llegó a ser adjunto a la dirección tras una intensa labor comercial a lo largo de años. Uno de sus hijos, Juan Manuel, también alto cargo de la dirección del grupo, es el autor de este libro sobre la caída del PSOE en Andalucía.

Es de suponer, pues, que, no sólo ya por razones periodísticas sino también por relación vital, Juan Manuel Marqués es un íntimo conocedor de lo que ha sido el PSOE de Andalucía a lo largo de los muchos años, 36, más que dos generaciones orteguianas, que ha estado en el gobierno andaluz y de ellos, 21 también y simultáneamente, en el gobierno de España.

Lo cierto es que, junto a bastantes sombras, a algunas de las cuales nos referiremos luego, este libro tiene una luz principal que debe destacarse de inmediato: es un meritorio esfuerzo por habilitar una visión crítica —autocrítica desde posiciones próximas al PSOE podría corregir alguno—, sobre lo que ha conducido al cambio de gobierno en Andalucía tras casi cuatro décadas sin alternancia democrática, la regla de oro de la democracia, según se dice.

Es una crítica muy limitada de la etapa de gobierno socialista en Andalucía, incluso superficial, a veces, si se quiere, pero crítica, al fin y al cabo, algo no frecuente en los ámbitos socialistas andaluces atenazados por el viejo grito de Guerra (Alfonso) "el que se mueve no sale en la foto".

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Manuel Chaves a su llegada al Supremo

Hay que decir, a modo de preámbulo aclaratorio, que el clan de Alcalá de los Gazules, el núcleo básico al que le liga la biografía a nuestro autor, fue despreciado y atacado por el sucesor de Manuel Chaves al frente de Junta y partido, el siempre soberbio, e incluso pedante, José Antonio Griñán, hoy procesado, como su antecesor, en el caso del procedimiento específico del caso ERE.

Pocas cosas bonitas se dicen en este libro de Griñán, al que atribuye una incomprensión sustancial de lo que era el PSOE andaluz y, añado yo, de su tupida tela de araña, asunto que el autor despacha sin más como una "supuesta red clientelar". Griñán y Susana Díaz contribuyeron a dinamitar el poder del clan de Alcalá en el seno del PSOE andaluz, casi siempre con malas artes, sobre todo con una: quitarse el muerto de la corrupción de encima sin importar cuanta porquería cayera sobre sus antecesores y compañeros. No consiguieron ninguna de las dos cosas y fueron los protagonistas, sobre todo la trianera, de la hecatombe final.

Por ello, el libro puede ser interpretado en círculos susanistas como una venganza soterrada del clan de Alcalá contra ella –si se interpreta que Marqués Perales es parte integrante del mismo por entorno familiar, algo que no doy por justificado—, y podría hacerse una suculenta relación de juicios e imágenes que perjudican notablemente a la todavía "general secretaria" del PSOE andaluz.

Estos ejemplos recogidos del libro bastarían para argumentar tal posición:

- El que pierde las elecciones andaluzas no es el PSOE, sino el PSOE de Susana Díaz
- Halagada por derechas y poderes fácticos, pasó mucho tiempo diseñando su salto a la política nacional olvidando el corral próximo y a sus militantes y afiliados.
- Fue la "gran jefa (india) sin plumas", elegida antes de añadir la pluma de una victoria a su cabeza.
- Sus estrategias y tácticas eran poco elegantes y sus jugarretas internas y electorales su afición.
- Sedujo a la derechas hartas del PP con la unidad de España y el anti independentismo pero no cubrió bien el flanco de las izquierdas.
- Se equivocó adoptando a Pedro Sánchez, en las primarias del PSOE contra Eduardo Madina y al elegir la fecha de las dos elecciones anticipadas andaluzas.
- No atajó el deterioro de los servicios públicos andaluces, sanidad, sobre todo, que la crisis obligó a recortar.
- En España, fue como la cerveza Cruzcampo, no apreciada más allá de Despeñaperros.
- No se dio cuenta del divorcio emocional progresivo de los andaluces con el PSOE ni del crecimiento del sentimiento recentralizador (irrupción de Vox).
- Su educación juvenil en las Juventudes Socialistas le enseñó a medrar liderando facciones que hundían a las contrarias sin compasión.
- Tiene, tal vez a estas alturas tuvo, una "angustiosa" ambición, como su enemigo Pedro Sánchez, por ser presidenta del gobierno.
- Representaba para los sanchistas, a los que excluyó de las listas de las elecciones que perdió ganando, al "PSOE de Los Morancos".
- Su autocrítica consiste habitualmente en culpar a otros y su visión de la política es maniquea.

Pero no. El libro de Juan Manuel Marqués va más allá de esa simplificación. Ciertamente, considera que el desastre socialista andaluz comienza el día en que Manuel Chaves decide dejar el partido en manos de Griñán con la consiguiente eliminación del clan de Alcalá y otros clanes internos, como el de Jaén, luego recuperado por Susana Díaz.

De hecho, defiende que parte de la derrota de Susana Díaz se debe a que dio prioridad a lo importante —el futuro de una España sumida en la rebelión separatista y el vacío posible por la abdicación de Juan Carlos I—, y desasistió a lo accesorio, el PSOE andaluz y su destino electoral. De ser cierto, algo de grandeza le concede.

En realidad, el libro es una reflexión poco frecuente en los círculos de la izquierda no sólo por huir de los tópicos propagandísticos habituales del socialismo sureño sino por admitir como veraces muchos de los datos esgrimidos por los partidos de la oposición. Andalucía ya no es la primera, sino que está entre las últimas regiones de España y Europa. La corrupción y los abusos han existido y hasta Griñán lo sabía. El enchufismo de la administración paralela, con algunos matices, es indudable. El dinero de Europa llego a malsalva, tres presupuestos anuales, y el PSOE no ha sido capaz en casi cuarenta años de sacar a Andalucía del hoyo del retraso y así sucesivamente.

Importante es el reconocimiento de que el PSOE practicó un nacionalismo "inverso" envolviéndose en la bandera inventada por Blas Infante para eliminar al andalucismo, pero no se detiene lamentablemente en describir cómo la búsqueda de la unidad de identidades –Andalucía y PSOE– condujo a otros excesos muy próximo a un nacionalismo sin adjetivos.

Pero no acierta a ver, centrado en los últimos años del deterioro por decisión propia lo ocurrido en esos 36 años de gobierno y de control asfixiante de la sociedad andaluza. Por ejemplo, no comprende cómo la ilusión que hizo posible que si el PSOE hubiera presentado a una cabra para presidenta de la Junta, habría resultado vencedora (Guerra dixit), se fue transformado en miedo, en silencio y en exclusiones sectarias e injustificadas de grandes conjuntos de personas.

No tiene en cuenta algunos factores claves de lo que fue una ocupación casi completa de la sociedad andaluza a la que intentó suplantar un PSOE todopoderoso que despreciaba a la oposición política, a la que identificaba con el franquismo, la dictadura y el señoritismo —cosa que el libro recoge en favor de Javier Arenas—, olvidando que los primeros presidentes andaluces socialistas procedían, precisamente, de esos ámbitos.

No analiza la ocupación casi total de la Administración andaluza creada ex novo vía dedismo u oposiciones tuteladas y finalmente con la creación de la Administración paralela y el interinato muy presente en la Sanidad y la Educación; no alude salvo brevemente a la ocupación de las Cajas de Ahorros diseñada por Felipe González para rentabilizar las elecciones municipales de 1983 ni el nuevo señoritismo de unos alcaldes que trocaban votos por favores y/o empleos.

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José Antonio Griñán

Curiosamente ni menciona la penetración socialista en los medios de comunicación andaluces por diferentes vías, entre ellos el grupo Joly, (hoy amenazado en los tribunales por una pieza de los ERE) y desde luego, el caso lacerante y escandaloso de Canal Sur; tampoco subraya que la corrupción no comienza con los ERE sino mucho antes con el caso del edificio presidente, el caso Costa Doñana y el caso Juan Guerra.

Incluso niega que haya habido enriquecimientos en el PSOE por causa de la corrupción. Olvida la treintena de préstamos impagados, y hechos desaparecer, por los dirigentes del PSOE de Cádiz en la Caja de Ahorros de Jerez, el desvío de intereses de cuentas bancarias de empresas públicas a cuentas del PSOE o la concesión de millones de euros a la empresa donde trabajaba Paula Chaves o el trabajo de "comisionista" de la Junta de Iván Chaves.

Puede parecer extraño, pero el libro es muy respetuoso con el PP de Javier Arenas, que ya pudo ganar las elecciones en 1994, y atribuye su derrota en 2012 a "Nuestra Señora de la Reforma Laboral" que Mariano Rajoy hizo estallar en plena campaña electoral acompañando a la congelación de los salarios públicos, lo que le hizo perder al PP 400.000 votos en sólo unos meses, e impidió la presidencia del "campeón". Juan Manuel Moreno preside la Junta, sí, pero con uno de los peores resultados del PP andaluz en su historia. Otra Virgen, la de Vox, elevada a los altares por la propia Susana Díaz en la campaña, vino a verle.

Ignora a Ciudadanos, partido en el que no se detiene como elemento del cambio. Tampoco maltrata a Vox, al que atribuye un olfato popular envidiable —caza, toros, inmigración ilegal, igualdad hombres-mujeres, separatismos, Semana Santa– aunque se esmera en presentar su estérica como "tuneada con retales cortijeros" y al que califica de ultraconservador. El autor reconoce incluso que la hostilidad de Vox y el PP hacia los planes de "memoria histórica" fue buscada por el PSOE para identificar al PP con la nostalgia del pasado.

Entre la conjunción de circunstancias que hizo posible el "cambio", Marqués Perales destaca a la Juez Alaya, que descabezó por imputación a muchos dirigentes socialistas y a técnicos de relieve en la Junta. Los casos de los ERE y del fraude de la formación, cuya corrupción era conocida incluso por Griñán, fueron decisivos no sólo por su espectacularidad sino por dejar al PSOE sin recursos para mantener a su clientela. De hecho, la formación cerró el grifo.

De ahí a la derrota de Susana Díaz, facilitada por su visión "binaria", dice, aunque hubiera sido mejor "maniquea", sólo restaba la propia torpeza de la trianera, a la que augura un corto futuro porque Ferraz "ha decidido que su ciclo de liderazgo ha terminado". Incluso informa de que se le preparó una "gestora", solución fatal que finalmente fue aplazada porque la relación Pedro Sánchez- Susana Díaz no tiene solución.

A menos que el 10 de noviembre pase algo gordo –esto es, que Pedro Sánchez se pegue un batacazo de cuidado—, Susana será cadáver político, profetiza, y el PSOE deberá recuperar Andalucía, si puede, a partir de otros mimbres. Pero, por ahora, el nuevo gobierno no da oportunidad y el PSOE, primero, deberá renovarse a fondo.

Lo dicho. Con sombras pero con la luz de una crítica ponderada sobre lo que el PSOE ha representado para Andalucía, es de esperar que este libro anime a la escritura de otros que completen lo que Marqués Perales se ha dejado en el tintero.

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