Albert Rivera comenzó su carrera electoral midiéndose con el PP y el PSOE y la ha terminado pidiendo a los dos grandes partidos que sean responsables para permitir mediante una abstención que gobierne el más votado, como asegura que lo hará Ciudadanos. En un giro copernicano a su campaña, que se comenzaba a poner en práctica este mismo viernes por la mañana en Barcelona, el candidato centrista ha lanzado un mensaje que básicamente se resume en que, aunque a España no le ha ido bien los cuatros años de Mariano Rajoy, le podría ir peor si el PP es sustituido en el Gobierno por una alianza del PSOE y Podemos, que integraría lógicamente a toda la amalgama de pequeñas formaciones que concurren con Pablo Iglesias, incluida Bildu en Navarra, como ha repetido Rivera hasta la saciedad.
Un mensaje de última hora para desmentir la especie de que Rivera tramaría un tripartito con socialistas y podemitas, algo desmentido una y otra vez por el líder naranja después de que se pusiese falsamente en su boca en el tercer día de campaña, en la portada del periódico de un gran grupo de comunicación. El candidato centrista no ha olvidado ni seguramente perdonado esa actuación mediática, que en privado los dirigentes de Ciudadanos atribuyen a la "política basura", un término que ha aparecido en el último mitin en la Plaza de Santa Ana de Madrid, donde más de un millar de personas con bufandas naranjas le han escuchado decir que el domingo comenzará "una nueva etapa política" después del discurso de apertura del líder de los liberal-demócratas europeos, Guy Verhofstadt. Instantes antes, y por si quedaba alguna duda, reiteraba ante los medios que "nosotros nos abstendremos para que formen Gobierno PP o PSOE si ganan las elecciones, pero les pedimos que se mojen en el mismo sentido. Y para dejarlo claro: nosotros votaremos siempre en contra de un Gobierno que tenga en su hoja de ruta un referéndum independentista como el que propone Podemos".
El giro imprimido a la campaña las últimas veinticuatro horas ha sido una decisión personal de Rivera, consultada sólo con sus más próximos y tomada en los últimos días. Lo prueba el vídeo realizado expresamente para el mitin de cierre, una sátira del cara a cara entre Rajoy y Sánchez que, evidentemente, correspondía a la estrategia anterior a la puesta en marcha este viernes. Una estrategia que, naturalmente, se ha escenificado en la última intervención del candidato centrista, que ha saludo a sus correligionarios griegos de To Potami, presentes en el acto, para pedir un cambio "pero no hacia el populismo como en Grecia". Además, el momento más emocionante del mitin ha sido el saludo al padre de Leopoldo López. Rivera ha roto el protocolo para abandonar el atril y recibir una bandera venezolana mientras el público aplaudía en pie al disidente encarcelado por el chavismo.
En su última oportunidad para pedir el voto, repitiendo de nuevo la coletilla "cuento con ustedes, cuento con vosotros" Rivera ha apelado a la "gente normal que hace cosas extraordinarias" una categoría en la que ha englobado a quienes cuidan de un dependiente en casa, a los mayores de cuya experiencia hay que aprender, a los estudiantes que afrontan con esfuerzo la subida de las tasas o a quienes "se quedaron enganchados con un piso por la crisis hipotecaria". Sectores todo ellos prácticamente olvidados en la campaña de Rivera, al que no se ha visto en centros educativos, residencias de ancianos, comercios, centros de salud o empresas. Una comida con la ex ministra Cristina Garmendia y emprendedores, una visita a la sede de Twitter y un coloquio con jóvenes en Santander han sido los únicos actos sectoriales, representativos sin duda de parte de la sociedad civil, pero quizá demasiado alejados del país real que aspira a representar el hijo de unos humildes comerciantes de Barcelona.
En sus últimas palabras, Rivera ha apelado a su lema de campaña, la ilusión, para "volver a levantar a este país, a este gran país que es España".