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La pérdida de la custodia, el fantasma que desata la ira de las madres que matan o secuestran a sus hijos

El filicidio de Quintanar del Rey, el asesinato de la pequeña Olivia y otros tantos secuestros y denuncias falsas comparten el mismo móvil.

El filicidio de Quintanar del Rey, el asesinato de la pequeña Olivia y otros tantos secuestros y denuncias falsas comparten el mismo móvil.
Libertad Digital

Los investigadores del filicidio de Quintanar del Rey se inclinan por señalar el temor de Paola B.C. a perder la custodia en exclusiva de sus hijas como el principal móvil del crimen. Desgraciadamente, no es el único caso. La pérdida de la custodia también fue el detonante del asesinato de la pequeña Olivia en Gijón y de otros tantos secuestros parentales y denuncias falsas que rodean los casos de divorcio más conflictivos. Los de Juana Rivas, María Sevilla o Verónica Saldaña son solo los más sonados de una larga lista de la que Libertad Digital se ha ido haciendo eco en los últimos años.

"El problema no es la custodia compartida, sino lo que subyace debajo de ella, que es esa sensación o creencia tan antigua de que si eres madre tienes todo el derecho sobre tus hijos y eres dueña y señora de ellos, y que el padre no pinta nada", lamenta el presidente de la Asociación Custodia Compartida de Segovia, a la que pertenecía el padre de Olivia. Néstor Fernández insiste así en que la clave radica en que históricamente "lo natural" haya sido dar la custodia a la madre.

Hasta hace unos años, los jueces solían asumir esta premisa de forma sistemática. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la tendencia ha comenzado a revertirse, hasta el punto de que, según el Instituto Nacional de Estadística, el año pasado los tribunales dictaron custodia compartida en el 43% de los divorcios. "Nos cuesta soltar algo para lo que nosotras hemos sido configuradas, como es la crianza de los hijos", denuncia también Antonia Carrasco, presidenta de Genmad, la Asociación de Víctimas de la Ley de Violencia de Género. Y eso es lo que, a su juicio, hace que muchas mujeres acaben cometiendo semejantes "barbaridades".

El filicidio de Cuenca

En el caso de Quintanar del Rey, los agentes que se han hecho cargo de la investigación trabajan con la hipótesis de que el principal móvil del crimen podría haber sido precisamente esa batalla latente por la custodia de Iris y Lara, de 9 y 11 años. Aunque la familia paterna insiste en que ambos no habían discutido recientemente por ese asunto, tal y como adelantó LD, Paola pretendía trasladarse a vivir con las niñas a Algeciras, su tierra natal, algo a lo que su exmarido se oponía radicalmente. A fin de evitarlo, el padre se habría manifestado dispuesto a reclamar la custodia compartida.

Hasta entonces, la custodia la ostentaba la madre, con un amplio régimen de visitas no solo del padre, sino del resto de la familia y muy particularmente de sus abuelos paternos, quienes se encargaban de la pequeña cada vez que la madre tenía un turno que le impedía llevarlas al colegio o a sus actividades extraescolares. Su intención de abandonar la localidad donde las pequeñas habían crecido habría sido lo que habría dinamitado una relación que, hasta entonces, había sido cordial, a pesar de que la expareja no se hablaba más allá de lo estrictamente necesario.

Santiago, que siempre había evitado importunar a Paola, parecía dispuesto a dar la batalla judicial y eso es precisamente lo que habría desatado la ira de su exmujer, que no soportaba la posibilidad de perder la custodia en exclusiva de las pequeñas que, además, tampoco querían trasladarse a Algeciras. Ni siquiera en Navidad, algo que también habría tenido su peso en lo sucedido. El pasado jueves, su cuerpo fue hallado junto al de sus hijas, a las que habría matado a tiros con el arma reglamentaria del que disponía como guardia civil.

El caso de Olivia

Su caso recuerda al del último filicidio que hace apenas mes y medio conmocionó a toda España: el de la pequeña Olivia. Su padre acababa de obtener la custodia, después de cinco años de lucha en los tribunales. El conflicto se había desatado a raíz de que su exmujer decidiera llevarse a la pequeña a Asturias sin su consentimiento, alegando motivos laborales. Eugenio, que no quería que la pequeña se alejase de Segovia, donde vivía y donde tenía su colegio, sus amigos y su familia, optó entonces por reclamar la custodia, algo que el juez le acabó concediendo al entender que era allí donde Olivia tenía su arraigo.

Dos días antes de que la niña fuera hallada muerta en Gijón, Eugenio había recibido la notificación de los juzgados. Era el puente de Todos los Santos y, aunque inicialmente le correspondía a él pasarlo con Olivia, se la dejó a su exmujer para que el cambio de custodia fuera inmediato. Tras recogerla, la presunta asesina se la llevó a su casa de Gijón, donde apenas 24 horas después la encontrarían muerta, tras haber ingerido una gran cantidad de barbitúricos presuntamente suministrados por su madre, hoy en prisión.

"O es para mí o no es para nadie"

La voz de alarma la dio precisamente su familia. Según El Comercio, su hermano habría recibido un mensaje que le hizo temer lo peor: "Antes de dejarla con él, la mato". Desgraciadamente, así fue. Y lo más inquietante es que su caso es prácticamente idéntico al que en 2019 conmocionó a Huércal de Almería: Sergio, un niño de tan solo 7 años, había sido asesinado por su madre apenas unos días después de que el juez decidiese entregar la custodia al padre.

Según consta en la sentencia que la condenó a prisión permanente revisable, Ana María Baños asfixió a su hijo cuando estaba tumbado en la cama. Al igual que en el caso de pequeña Olivia, el fatal desenlace se produjo después de años de batalla judicial y denuncias falsas contra su exmarido con el único objetivo de apartarle de él. "O es para mí o no es para nadie", dicen que aseguró la asesina tras conocer que perdería la custodia del pequeño.

Madres secuestradoras

Aunque los filicidios constituyen la expresión más cruel del sentimiento de posesión respecto a los hijos o de la venganza contra los padres, no son la única. En los últimos años, el número de mujeres que secuestran a sus hijos y/o denuncian en falso a sus exmaridos para evitar que puedan acceder a su custodia ha ido en aumento. El caso de Juana Rivas fue uno de los primeros en salir a la luz pública. Después, le seguiría el de María Sevilla, la expresidenta de Infancia Libre, una asociación que llegó a ser investigada como organización criminal tras encontrar medio centenar de casos de mujeres que habían presentado denuncias falsas contra sus exparejas tras entrar en contacto con alguno de sus miembros.

Tras perder la custodia de su hijo, Sevilla se echó literalmente al monte con el menor y le mantuvo secuestrado dos años en una finca de Villar de Cañas (Cuenca), aislado de la civilización y en condiciones insalubres. Sin embargo, tanto Juana Rivas como María Sevilla fueron indultadas por el Gobierno de Pedro Sánchez, gracias al apoyo de Irene Montero y, desde entonces, los casos no han dejado de crecer.

Al de Verónica Saldaña, la madre que se fugó a Suiza con sus hijos, se han sumado otros tantos casos menos mediáticos, de los que LD ha ido dando cuenta en los últimos meses. Entre ellos, el de la pequeña Alena, cuya madre habría seguido los pasos de Saldaña; el de Camila Quezada, la niña de 6 años a la que su madre rusa secuestró en Barcelona; el caso del pequeño Bastian, rescatado por su padre en Portugal o el de Alejandro Avellaneda, el niño -hoy ya adolescente- que lleva siete años separado de su padre, a pesar de que su exmujer ya ha entrado en prisión tras ser condenada en firme por sustracción de menores.

Dos prototipos de mujeres

En estos casos, la presidenta de Genmad distingue entre dos prototipos de mujeres. El primero, el de aquellas que califica como "inmaduras" y que, al sentirse heridas por alguna cuestión -una infidelidad o una petición de divorcio inesperada, por ejemplo-, reaccionan denunciando a sus exparejas con cualquier cosa que pueda hacerles daño. El segundo, el de aquellas otras madres que presentan algún tipo de "disfuncionalidad", ya sea de origen "maligno o patológico".

Las primeras, según Antonia Carrasco, son las mayoritarias y, en muchos casos, vienen respaldadas por abogadas que les hacen creer que realmente han sido víctimas de un maltrato psicológico. Las segundas son muchas menos, pero son las que protagonizan los casos que peor acaban y que, por tanto, acaban copando las noticias de la mayor parte de los medios de comunicación.

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