Erase una vez+

Erase una vez en un país imaginario , en el que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia y allá
quien así quiera verlo , señor juez, que vivía una Comunidad de Pañoles , que casualmente así se llamaban
sus habitantes, gobernados por un Rey que se llamaba, casualmente también, don Mariano.

No es que fuera una Comunidad muy distinta a las demás, con sus problemas y vicisitudes , pero tenía la
desgracia de estar atemorizada por una banda de delincuentes que hacía y deshacía a su antojo. Esta banda
irrumpía en los domicilios, robaba ganado y violaba a todo bicho viviente. Mariano se escondía cada vez que la
banda de malos , malotes hacía de las suyas. La Comunidad estaba harta de tanta impunidad. Un buen día en
el que no se vislumbraba el peligro de que los malos malotes aparecieran por haber quedado ahítos hacía
poco, decidió don Mariano dar un paseo por los parques de la ciudad. En un jardín , un niño de cuatro años
hacía pis en los rosales. Bien es cierto que no es lo más apropiado el hacer pis en los rosales aunque se
tengan cuatro años.

Don Mariano estaba encendido como una tea, y cual Júpiter omnipotente y justiciero la emprendió a patadas
en la cara con la criatura desfigurándole el rostro y dejando al niño en coma. "Así aprenderán - se dijo - a no
cometer estos actos con impunidad". Poco después volvieron a asaltar la Comunidad los bárbaros, e incluso el
jefe de la banda le ordeno a Mariano que le besara las nalgas. Mariano accedió con tal rapidez que perdió la
barba por la inercia. No había pasado una semana de aquel último atropello de los malotes, cuando otro niño
lo volvió a hacer: Dijo culo, pedo y pis tras un seto cuando jugaba con sus amigos. Cualquier ciudadano que
arrastrándose por los rastrojos pudiera llegar hasta ahí habría corrido el riesgo de oír semejante despropósito.
Ni corto ni perezoso, don Mariano cogió una antorcha y prendió fuego al seto con los niños dentro. Uno de
ellos pereció por las heridas y el otro quedó desfigurado de por vida. "Así aprenderán en esta Comunidad que
determinadas palabras no pueden quedar impunes".

En los meses siguientes y cada vez que llegaban los malos malotes a la Comunidad, don Mariano hizo el papel
de prostituta pública, de seleccionador de vírgenes para ofrendarlas en sacrificio a los malotes, de jirafa
disfrazada en una extravaganza para deleite de los jefes de la banda criminal, así como el uso las fuerzas del
orden para saquear a sus ciudadanos y que la banda de los malotes no se cansara en el proceso. No obstante,
en esos meses, y en los años que le siguieron, jamás perdió la oportunidad de hacer justicia cuando un niño,
un paralítico, o una anciana, lanzaba una blasfemia, se tiraba una ventosidad en un espacio público o cometía
cualquier otra "atrocidad" semejante. Pocos hombres ha habido y habrá tan comprometidos con la justicia
como don Mariano.

Y no olvide señor(juez) que toda la vida es cuento y los cuentos , cuentos son.

Un saludo