Es realmente apabullante el cuadro de(+)

problemas que pesan sobre la Unión Europea. Y lo triste del caso es que la inmensa mayoría de la clase
política que se encuentra a los mandos de los distintas instituciones han demostrado una talla en
cuanto a aptitudes y competencias muy alejadas, a años luz, de las que son necesarias para hacer
posible el proyecto gigantesco inicial, el que dio origen a la UE. Si algo se ha revelado es la
incompetencia para sopesar adecuadamente las posibilidades de futuro que cada país podía aportar y
soportar para adherirse al proyecto con visos de continuidad. En cuanto a lo que viene sucediendo con
Grecia resulta patético que, aun dando por descontado que todos conocen el trasfondo, prefieren
soportar el ridículo que supone dar por sentada la excesiva tomadura de pelo que los griegos nos
vienen disparando que tomar al toro por los cuernos y cumplir un ultimátum que les haga entender las
reglas de juego. Hay que dar por sentado que las reglas de juego hay que cumplirlas y se han tolerado
desequilibrios de los que son responsables los griego precisamente. Pero tenía que haberse atajado a
tiempo y no cuando ya no hay solución.