Estoy desmoralizado.

No puedo ser optimista, ni en la macroeconomía, ni en la economía doméstica, ni en el trato con las instituciones, ni con la sanidad, en este caso no la pública, que la uso poco, si no con la privada, esa que te hacen sacar la tarjeta antes de decir buenos días.

Y es que no hay nada mejor, que dedicarse a lo de uno, su trabajo, y abstenerse de meterse en nada que te haga ni rozarte con las instuciones, ni con lo público ni con ciertas “instituciones privadas” que actúan como públicas en el momento que se prostituyen con lo público, eso que se llama “concertado”.

No me extraña, que aún no hayan tocado a degüello , y es que entre que la gente que aún trabajan, con defender su puesto tiene bastante, los que nunca tienen problemas, pues eso, y los que están subvencionados ya están bien si no los embarazan, entre todos ellos, los pícaros que como garrapatas se amorran a la sociedad y los perillanes, que ya saben nadar en este lodazal...si entre todos son al menos el 80%, ya no hay problema.

Los únicos que podrían hacerlo, lo de tocar a degüello, están mas por sobrevivir que por transformar, así pues, el sistema está salvado, y sin saber como va a ser ayudado a sobrevivir por los de fuera, que aunque desconfíen de la nación, están pillaos de los huevos, y van a tener que tragar kina, si quieren cobrar su deuda algún día, y esa salvación del sistema, no nos hace ningún favor a los que estamos atenazados por sus tentáculos, y pagamos la fiesta de los macarras.