Ha sido una constante durante siglos el(+)

signo que ha marcado la historia en Andalucía. Una nota constante que está ligada al
caciquismo y sus consecuencias de sometimiento, atraso, explotación. Y ahora que nos
encontramos en un Estado de Derecho, el caciquismo, de otra moldura, sigue haciendo
presa de esta región. Me refiero al caciquismo político. Del caciquismo social, el de la
clase aburguesada, acomodada, explotadora, más o menos consiguieron erradicarlo,
pero del nuevo caciquismo, el político, no consiguen sobreponerse. Atrapada en el
caciquismo socialista sectario le ha supuesto arrastrar, sin apenas inmutarse, con una
carga de atraso que explica estar hundida en un paro irrecuperable, en unos niveles de
enseñanza calamitosos, y otros índices que reflejan el progreso de una región, pero
que en Andalucía no se logran en este estado de cosas. Cuesta entender que no exista
la posibilidad de alcanzar cotas culturales que sepan demandar unos representantes
democráticos de la cosa pública que le aportan a Andalucía los caminos, las vías,
necesarios para salir de nuevo del caciquismo, hoy político, para que se incorpore a un
progreso constante y den ejemplo a todos los españoles.