Imagen exterior de España.

Lo que nos está pasando, hablando como nación común, donde todos mas o menos “rilamos”, a pesar de que haya demasiadas fotos fijas, y poco movimiento, está teniendo una proyección exterior que no se si me halaga por lo enorme, o me entristece por ese orgullo “patrio” que algunos guardamos en nuestro corazoncito.

Cabe hacernos aquella pregunta de la canción...que nos ha pasado, cuanto hemos cambiado...o quizás no es verdad, y todo es causa de esta maldita crisis, y cuando pase resurjamos como ave fénix, lo que es cierto, es que existe un estallido de asuntos, que se están publicitando no se si con intereses torticeros, que nos están dañando.

Eso que algunos llaman la “marca España”, puede que esté siendo usada por malignos personajes, que sin caer en victimismos, les esté sirviendo a algunos como aquella “marca hispánica” que sirvió a algún ladino rey Franco-Godo, para salvaguardarse de los musulmanes, pues parece que alguien, en alguna parte, y de alguna manera, parece que se alegra de nuestras desgracias, y no por cariño precisamente para favorecernos.

Pero algo estaremos haciendo mal, cuando cada vez que abrimos una puerta, se nos vienen al suelo todos los cachivaches, que o bien no hemos sabido colocar bien, o abrimos la puerta con violencia, o no sabemos evitar que nuestras debacles nacionales no se arreglen en casa, sin dar tres cuartos al pregonero. Es difícil tapar las vergüenzas, siempre y a todos, pero es mas fácil tratar de hacer una reflexión nacional, para ver el costo de lavar nuestras vergüenzas fuera de casa.

Deberíamos plantar cara a los “mercados”, algunos con cara y ojos, cambiando nuestras actitudes, y desde luego eso además de voluntad, requiere una buena coordinación, un amor propio bien entendido, y un coraje y rebeldía que no se muestre dócil y ovejuno, y esperar que nuestros enemigos naturales, y los eventuales, no disfruten demasiado con nuestras desgracias, sobre todo si es de forma gratuita, huir de esta situación que nos atañe a todos, es cobarde, por eso odio a los que abandonan el barco por intereses personales, y los que actúan sin saber las consecuencias y nos arrastran a todos al precipicio, dos ostias.

Otro día continuaremos hablando de la masonería.