La peste nacionalista no se toma(+)

descanso. Supuso entre los siglos XIX y XX la inductora de los más sangrientos
enfrentamientos que jamás se conocieron en Europa, rematados con dos guerras que
dejaron millones de muertos. Estos fanáticos, como grandes acomplejados que son, no
cejan en conseguir inyectar todo el veneno que llevan dentro. No deja de ser cómico,
pero hipócrita sobre todo, la defensa acérrima que exhiben estos nacionalismos del
derecho democrático que les asiste para pedir el referéndum, derecho democrático,
cuando por ideología niegan y condenan toda Democracia. Sin embargo, por lo que
vengo coligiendo de las noticias que nos brindan del referéndum que se celebra en
Escocia, no me extrañaría nada que terminara venciendo el no, pues, según las
encuestas, ya el no va superando en un 6%, que no es mucho, pero que puede ser que
llegue al final a superarse. No discuto que los británicos se merecen un duro correctivo
por la crueldad que siempre sentaron y que ahí está la Historia, pero aquí habría que
considerar otra vertiente, como es el derrumbe que un si podría acarrear a toda Europa
y a algo más.