Laissez faire, Laissez passer.

Ese paradigma del liberalismo, ha de entenderse, si no se quiere caer en un desmadre nacional, en el desarrollo de una metástasis, que de haber sido detectado a tiempo, se podría haber sajado, o tratado de forma expeditiva cuando aún era un nódulo.

En España, se ha ido dejando hacer, cualquier barbaridad, durante demasiado tiempo, y por demasiados desaprensivos, quizás a causa de un malentendido lema de liberalismo político, adobado por un complejo por algo de lo que casi nadie fue culpable.

El afán desmedido de ese tipo de democracia, que al no estar controlado devino en anarquía, donde cada uno hacía de su capa un sayo, dio lugar a que grupos minoritarios fueron imponiendo su ley, que le fue cedido sin costo ni desgaste para ellos por una mayoría acomplejada y permisiva.

Ahora el desastre es evidente, y aún así, los grupos mayoritarios, que además viven mas o menos acordes a la ley magna, siguen considerando la autoridad como lesiva para las libertades, y las leyes algo que cualquiera puede transgredir, de forma que los malosos, han aprovechado el vacío de poder, y la falta de fe en sí mismos de los partidos mayoritarios.

Ahora, es difícil ver un cirujano que se atreva a solucionar esta lepra, y salen los “especialistas” de la reforma, que no es otra cosa que unos retoques cosméticos, que hacen sonreir a los que viven fuera de la constitución y las leyes, que curiosamente son la mayoría, mientras ellos perros chiguagua se atreven a ladrar, incluso a morder al pastor alemán, que sujeto por su amo, que le echa el pienso, obedece a regañadientes.