
Josep Borrell apura sus últimos meses como Alto Representante de la UE para Política Exterior siguiendo con su campaña en contra de Israel, en la que se ha sumado al Gobierno español con una insólita convicción, sobre todo teniendo en cuenta el pasado sionista del propio Borrell, que llegó a vivir una temporada en un kibutz.
Así, ahora ha reclamado que la UE incluya "en la lista de sanciones a ministros israelíes que han lanzado mensajes de odio" que en su opinión son "inaceptables" y "van claramente contra el derecho internacional". El exministro se refería a las declaraciones del ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, y del titular de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, en relación a los ataques a palestinos de algunos residentes judíos de Cisjordania.
El gesto de Borrell, que él mismo ha reconocido que no puede hacer avanzar y que depende de los ministros de Exteriores de la UE que este jueves en Bruselas, contrasta con el hecho de que el Alto Representante no muestre una posición ni remotamente tan dura con los miembros de la dictadura venezolana, después de que Maduro y los suyos perpetrasen uno de los fraudes electorales más descarados de la historia el pasado 28 de julio y, desde entonces, hayan desatado una ola de represión con decenas de asesinatos y miles de presos políticos, detenidos de forma completamente ilegal y torturados en las cárceles del régimen.
Criticado en Israel… y en Europa
El insólito posicionamiento de Borrell, que en no pocas ocasiones se ha expresado en contra de las posiciones oficiales de la UE, ha merecido durísimas críticas tanto dentro como fuera de Israel.
Alguno de los ministros para los que pide sanciones han acusado al Alto Comisionado de "ponerse del lado" de Hamás y ha asegurado que su actitud demuestra que de que "no le podría importar menos el pueblo palestino".
Pero las críticas no sólo han llegado sólo desde Israel: ya mayor asociación judía de Europa, la la European Jewish Association (EJA), emitió un durísimo comunicado durante su conferencia anual en el que se acusaba a Borrell de mantener "un claro y repetido sesgo antiisraelí" que ha contribuido de forma significativa "al antisemitismo actual y a la difamación del Estado de Israel en su conjunto en el espacio público europeo".
Según la EJA, el Alto Comisionado de la UE "ha fomentado activamente un clima negativo dentro del Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea hacia el Estado de Israel" y además recalcaba que, pese a que ese no es su papel institucional, el Borrell ha añadido "sus opiniones personales" a sus declaraciones y posicionamiento.
Ridículo absoluto con su "plan de paz"
Más allá de las críticas, Borrell ha jugado todo un papelón a cuenta de la guerra en Gaza, en la que para empezar ha logrado que la Unión Europea juegue un papel absolutamente irrelevante, aún más del que venía jugando en Oriente Medio hasta ahora.
Pero además el Alto Representante de la UE llegó a un nivel que sólo se puede calificar de ridículo cuando presentó un borrador de plan de paz que, entre otras ideas estrafalarias, excluía de las negociaciones durante un año tanto a israelíes como a palestinos.
Por supuesto, más allá de su presentación el recorrido del plan de paz de Borrell ha sido cero, como no podía ser de otra manera.




