La distribución de los libros sigue el ritmo de las verduras o el pescado. Solo se expone lo fresco. Lo que no se consume en pocos días, al pudridero. Es un error. Las librerías tendrían que parecerse más a las ferreterías que a las verdulerías o pescaderías. El género debe acumularse porque resulta útil. Un libro resulta útil porque añade algo a otro que lo es también. El criterio de la novedad debería ser muy secundario. ¿Por qué adquirir lo nuevo si no se tiene lo anterior valioso? Amnistía Internacional Librera debería protestar cuando se guillotinan los restos de edición.

Amnistía Internacional Librera

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