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En lugar de volver una y otra vez sobre lo que no hemos podido saber de Ibercorp, de los fondos reservados de Interior o de la Cruz Roja, estaría bien que el Gobierno aclarase un pequeño escándalo que no iguala al conjunto de los del PSOE, pero que como aperitivo no está mal: Gescartera. En concreto, quién pudo convencer a Fernández Armesto o a quién pidió instrucciones el presidente de la CNMV cuando se trató de la intervención inmediata de la sociedad por el tremendo agujero de más de cuatro mil millones descubierto por la inspección de Vives. Aunque éste haya preferido recordar que había tres vocales en contra –Ramallo, Valiente y Roldán– está muy claro que había otros tres, incluido el presidente, que querían intervenir; y que sólo uno de ellos dudaba en cuanto al momento. Esto sucedió en 1999.

¿Por qué no intervino entonces la CNMV? ¿Sólo por la elocuencia de los que se opusieron? Hay razones, algunas transcritas en el dietario de Pilar Giménez-Reyna, que avalan la tesis de que la banda de Camacho tenía información sobre lo que les afectaba. Pero, además, se impone una hipótesis: si Armesto no hizo valer el peso de la Presidencia para romper el empate y forzar la intervención, se debió probablemente a que pidió instrucciones. ¿A quién?

Otra hipótesis, aún más desfavorable para Armesto y sus superiores –los directos eran Montoro y Rato, secretario de Estado y ministro de Economía, respectivamente– es que no sólo se decidió suspender la intervención, sino que a la inspección se le pusieron “obstáculos” y finalmente se apartó a Vives del caso, lo que podría ir más allá de la prevaricación. Estos son hechos relatados por el propio Vives en el Parlamento, que encajan con lo ya sabido y que no han sido desmentidos ni compensados por ninguna información del Gobierno. No sabemos lo que dirán Valiente o Ramallo, que tienen los dos últimos días hábiles de esta semana para explicar ante la Comisión su proceder en 1999 y su asombrosa conducta cuando el agujero se hizo todavía mayor, apareció la ONCE en el horizonte y se ascendió a agencia de valores al chiringuito de los Camacho-Gimenez-Reyna y otros talentos financieros, los mismos que dos años antes tendrían que haber sido intervenidos para inmediatamente comenzar su periplo jurídico-penal.

Pero, sin saber lo que dirán, si dicen algo, sí está claro que lo que hasta ahora ha dicho el Gobierno es insuficiente. Y que no basta Ibercorp para tapar Gescartera. Baste decir que Pilar Giménez-Reyna ya trabajaba en Ibercorp. Rato debe explicar por qué no saluda a Ramallo y si instruyó a Armesto para que no hubiera intervención en 1999. O si no fue él, porque tenía y tiene obligación de saberlo, quién era el Instructor. Antes y después.

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