El nacionalismo es una forma de talibanismo, de integrismo. Tiende por naturaleza a la intolerancia y la violencia. La apertura de la campaña gallega ha vuelto a demostrarlo. La ocurrencia de tirar huevos e intentar boicotear el acto de apertura de Manuel Fraga tiene una gravedad superior a la mera anécdota, porque entraña una agresión al sentido democrático de las cosas.
Como dice el propio Fraga, en una entrevista publicada en la revista “Época”, el nacionalismo no nace de un sentimiento de agravio, sino de agraviar. El nacionalismo gallego está generando grupos juveniles en el límite de la violencia, como AMI o el Movimiento Espiral. El nacionalismo no es nunca moderado, pues entraña en su interior una propensión al simplismo y a la ortodoxia, que por su pulsión fundamentalista con frecuencia termina entrampado en la violencia. Por ahora, el gallego ha dado muestras de haberse instalado en la intolerancia. Muy preocupante.
Intolerancia nacionalista
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