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El último empujón al proceso de fusión de las fundaciones se ha dado en estrecha relación con la última polémica sobre el debate sucesorio. El mensaje pretendido es que no habrá marcha atrás en la decisión de Aznar. La macrofundación no tiene, por ahora, nombre, ni decidido el importante puesto de secretario general, para el que suena Alejandro Agag, aunque últimamente, a raíz del noviazgo con la hija del presidente, suena para casi todo.

El perfil del retiro aznarista adquiere tonalidades ideológicas. El desembarco en Europa parece poco probable, pues seguramente no contaría con los suficientes apoyos ni en Alemania ni en Francia. El futuro pasaría por la relación entre el recién estrenado puesto de presidente de la Internacional Democrática y de Centro y la presidencia de la nueva Fundación, que serviría de retaguardia intelectual. Se da por muy probable que ésta sea una proyección de la actual FAES, de corte liberal, donde tiene acomodo el equipo de jóvenes de más estricta fidelidad al presidente, la guardia pretoriana. Aznar quiere ser el ideólogo de la renovación ideológica del centro-derecha internacional.