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Colin Powell tiene muy buena prensa. No se sabe por qué. Es un hombre que ha demostrado su incapacidad para terminar bien los trabajos. Las tragedias que ahora padece el mundo no hubieran sucedido –no en la intensidad actual– si la guerra del Golfo se hubiera terminado con la entrada en Bagdad, y no con el genocidio de los kurdos por Husein. Aquella guerra fue un ejercicio de relativismo moral del equipo de Bush padre que es el mismo que el de Bush hijo. Ahora se habla con insistencia de que Irak es la próxima etapa de la lucha contra el terrorismo, lo que indica hasta qué punto Powell fue ineficaz como jefe del estado mayor.

Quizás esa ineficacia, ese relativismo, le ha dado la aureola de moderado, porque la moderación hoy en día no es la prudencia acompañada de la fortaleza, sino esa forma de cesión continua (algo así como la caricaturización del justo medio aristotélico) que lleva a no solucionar nada y a empeorarlo todo, poniendo los principios en sordina para terminar enredado en la incoherencia, mientras se amontonan los cadáveres en el ara de las buenas intenciones sin racionalidad.

La entrada de Powell en la escena no resulta tranquilizadora, aunque haya sido recibida tan favorablemente como se podía esperar. Buscar la interlocución de Arafat es un voluntarismo, al que todo el mundo se presta, como si se tratara de un turismo diplomático. Sharon y su gobierno de concentración nacional mandan sobre su ejército y su policía. Arafat no manda sobre Hamas y la Jihad Islámica. La prensa ha vuelto a recuperar el concepto de milicianos para describir a grupos miméticos del terrorismo. La suposición de que Arafat puede mandar a esos grupos y milicianos le situaría en el papel de terrorista sin paliativos. Son algunos países árabes los que deben dejar de financiar a los grupos integristas. Las soluciones no están en Palestina, sino en Irán y en las petromonarquías fundamentalistas. Me parece que no se ha entendido que la lucha contra el terrorismo implica luchar contra el integrismo. Arabia Saudí propone un plan de paz irrealizable mientras manda los petrodólares para comprar cintos explosivos para los terroristas. En la Conferencia de Beirut se ofreció paz a Israel al tiempo que se legitimaba al terrorismo.

A la salida de su gira, Powell ha dicho que no espera mucho. Por su historial, cabe temer alguna chapuza.

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