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Enrique de Diego

La deconstrucción del PSE

El abandono de Nicolás Redondo del Parlamento vasco –adelantada por la revista ÉPOCA y Libertad Digital– es una decisión ética, esperable tras el resultado del Congreso extraordinario, el juego sucio y el aislamiento al que ha sido sometido el exsecretario general. Por supuesto, deja claro que el interés de Patxi López y José Luis Rodríguez Zapatero de hacernos comulgar con ruedas de molino diciendo que no ha pasado nada. Ha pasado mucho. Los grandes cambios se producen traspasando una fina raya. El PSE lo hizo incluso antes del Congreso aprobando los Presupuestos con el PNV, sin hacer matizaciones ni ascos a las generosas subvenciones al entramado civil de la banda terrorista.

Nicolás Redondo se ha despedido con algunas reflexiones que entran dentro de la obviedad. Si se diaboliza su acuerdo con Jaime Mayor Oreja porque es de “derechas”, Arzalluz lo es mucho más. En cualquier lugar, Arzalluz, Egibar e Ibarretxe serían considerados personas de ultraderecha, con enraizados planteamientos xenófobos y con un programa máximo que es un proyecto totalitario. Más a la extrema derecha que Haider. Aquí la izquierda no les hace ascos, por complejo o por seguidismo o por nostalgias totalitarias, como si el nacionalismo fuera coherente en un totalitarismo que ellos han abandonado. Compañeros de viaje, por ejemplo, en la antiglobalización, en el odio a la libertad. En ese sentido, Patxi López regresa a la reacción.

Frente al totalitarismo las siglas adquieren un carácter relativo frente a la defensa de la libertad y la dignidad humana. La equidistancia, en esos términos, es una forma de acallanamiento, de cobardía moral. Lo que han puesto en marcha Zapatero y Patxi López es la deconstrucción del PSE. Pretenden hacerlo a favor del PNV, lo que es absurdo en un partido nacional. Hay alguna posibilidad de que esa deconstrucción termine beneficiando a la alternativa, si un número considerable de votantes entiende que la libertad está por encima de las siglas, los derechos personales por encima de los mitos. Y si el PP sabe ser tan generoso como audaz. Por ahora, Jaime Mayor Oreja, con su mano tendida a los descontentos del PSE y los exmilitantes del PNV, está actuando bien en esa línea.

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